Talento
Se atribuye a un alto cargo el haber dicho que en toda la plantilla de TVE no hay ni un gramo de talento. Discrepo. El otro día, de pronto, cuando me dedicaba a la posición teórica de aburrido espectador, fui agresivamente salpicado por medio kilo de talento televisivo que salió de la pequeña pantalla de mi aparato y me dejó la cara, el living, la casa llenos de sesos.Culminaba el día de San Valentín, que siempre ha sido más fácil asociar con el gansterismo que nos invade que con el tema del amor. Casi todos los medios de comunicación del Estado se habían dedicado a fomentar las ventas de los grandes almacenes por el procedimiento de crearle mala conciencia al cónyuge olvidadizo de la significación del santoral. Estaba yo de San Valentín que si lo pillo le hago tres veces mártir y pensaba en lo aburrida que sería la existencia civilizada si La Gran Razón del Universo no creara un providencial calendario de compras y consumos. Y, de pronto, cuando ya desconfiaba de lo divino y de lo humano para dar sentido a un día perdido, en el telediario de la noche, tras la presencia amparadora de Rosa María Mateo, aparece un cortometraje glosador del día de los enamorados que es lo mejor que ha hecho Televisión Española desde que retransmitió la llantina testamentaria de Arias Navarro.
No tuve tiempo de retener el nombre del guionista, pero gracias a él creo que TVE no es cosa perdida y que antes de morir aún puedo esperar media docena de programas más cerca del infinito que del cero. A no ser que, entrevista la teoría del universo, del beso y de las alianzas que tenía el guionista, a estas horas esté purgando sus culpas en el archivo de camisas cambiadas de TVE. Hay que buscarle para darle el importante cargo de responsable de la meditación y el cierre. A altas horas del día nos merecemos una pastilla de talento para poder dormir con los ojos cerrados, protectores del,territorio del único exilio inviolable. Cinco minutos de talento al día y estaríamos dispuestos incluso a olvidar el turbio asunto del IVA.
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