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Referéndum OTAN: decisión delicada

Presentar a consulta popular un problema importante y complejo como la permanencia o no en la Organización del Tratado del Atlántico Norte es una decisión en sí delicada.El hacerlo cuando los representantes del pueblo, reunidos en el Parlamento, optaron por el ingreso con escasa mayoría, podría justificar la exigencia de una decisión popular al respecto, siempre que se tomara en serio el ofrecer al pueblo una información exhaustiva sobre el tema.

Pero el realizar la consulta en un momento de práctica unanimidad de las fuerzas parlamentarias sobre la conveniencia de permanecer en la Alianza Atlántica, tras cuatro años de absoluta incertidumbre sobre la realización del referéndum, al término de una legislatura y en un período preelectoral que politiza y partidiza inevitablemente hasta los problemas más ninmios, y con una absoluta falta de información, a nivel popular, sobre el fondo del problema, nos coloca en una situación de gravedad poco común. ( ... )

Por otra parte, se ha producido una situación psicológica según la cual el sí al referéndum aparece como un espaldarazo al Gobierno, mientras que la abstención tiene los visos de una censura al Gobierno y un posicionamiento con una derecha con la que no todos estamos de acuerdo. Y si bien la desastrosa política seguida a lo largo de estos años por el partido socialista en esta materia se merece una masiva abstención, como negativa a entrar en la decisión de un problema mal llevado y peor planteado, ello podría entrañar la victoria del no decidido de los grupos comunistas y radicales, máxime ante la división existente entre PSOE y UGT y aun en el seno del propio PSOE, con el riesgo de verse forzado el Gobierno, si es coherente con sus propias promesas, a volver, si no al neutralismo, sí a la situación de compromiso en inferioridad que supone el pacto bilateral con EE UU.

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Tal vez la respuesta más adecuada sería la de que los partidos conformes con la permanencia en la Alianza no entraran como tales partidos en el juego del referéndum, dejando a sus afiliados en libertad de expresar su voluntad, de forma que ni el sí supusiera un espaldarazo partidista al Gobierno ni la abstención un alineamiento con fuerzas políticas a cuyos fines, asimismo partidistas, tampoco se está dispuesto a apoyar.

4 de febrero

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