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Ardanza asegura que desea mantener el pacto con los socialistas hasta agotar la legislatura

El presidente del Gobierno vasco, José Antonio Ardanza, al cumplirse un año desde su designación como lendakari tras la dimisión de Garaikoetxea, trazó ayer en una conferencia de prensa en Vitoria un balance de sus 12 meses de gestión. Si ésta se inició con un bloqueo institucional y político, ahora, tras el acuerdo con el Gobierno central sobre la ley de policía, Ardanza asegura que el pacto con el PSOE seguirá hasta agotar la legislatura, en 1988.

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Ardanza se encontró con una situación de total bloqueo en las relaciones con el Gobierno central, con una grave crisis entre el Ejecutivo autónomo y las diputaciones -causa inmediata de la caída de Carlos Garaikoetxea-, con una paralización del Parlamento a causa del empate a 32 votos entre Gobierno y oposición y con una relación muy deteriorada entre el Gobierno y el Partido Nacionalista Vasco, que atravesaba una de las más graves crisis de su existencia.En los cuatro frentes los esfuerzos de Ardánza favorecieron un cierto apaciguamiento. El pacto de legislatura, suscrito el 30 de enero de 1985, fue pieza clave en esa política, y de hecho el porvenir político del actual lendakari quedó ligado al porvenir del propio pacto. La tramitación de la nueva ley de Régimen Local -con el quemante problema de los secretarios de ayuntamiento-, la negociación de la aplicación del Impuesto sobre el Valor Añadido al sistema de conciertos económicos y la discusión sobre la ley de Policía, marcaron los puntos más delicados del pacto.

Compromiso contraído

"El pacto lo romperá quien lo incumpla, y ese nunca seré yo", declaró ayer Ardanza tras pasar revista a esos tres momentos delicados. "En principio se trata de un pacto para toda la legislatura, es decir, hasta 1988, y mi voluntad es que se mantenga hasta dicha fecha", dijo."Cuando lo firmé era consciente del compromiso que contraía y yo cumplo nús compromisos hasta el final"; añadió José Antonio Ardanza. Respecto a la violencia, el lendakari opinó que "es evidente, si comparamos con el pasado, que su influencia en la vida política vasca ha disminuido y, por otra parte, que hoy suscita un mayor rechazo en la población".

De cara al futuro consideró que, pese a "tratarse de un año electoral, lo que seguramente significará un recrudecimiento de la confrontación política", las prioridades para 1986 serán la modernización económica de Euskadi, la respuesta política y económica al reto europeo y el avance en la consolidación de un modelo policial adaptado a las condiciones del País Vasco.

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