Una escultura invisible
Las críticas a la sociedad que hizo Joseph Beuys a través de su obra distan mucho de expresiones como realismo socialista o el tremendismo de otros artistas que pretendieron causar impacto con imágenes de miseria humana. Su mensaje incansable, obsesivamente codificado, fue el de la denuncia de la pobreza interior del ser humano en nuestro siglo. Un ser desesperado con las amenazas de un futuro que se inventa él mismo lleno de catástrofes, sin ver que el mayor abismo es aquel en el que se encuentra, deshumanizado en nombre del progreso.Su concepto ampliado del arte -que él explicaba así: "Trabajo en una escultura invisible"- está próximo, en palabras de Heiner Bastian, crítico de arte y secretario personal de Beuys, "al camino del hombre emancipado que postula el mismo Heidegger, el hombre que ejerce activamente su libertad. En el sentir de Beuys, ese camino de la dimensión moral es el camino del que ve, del contemplador, al que aquél antepone una especial imaginería antropológica".
Beuys decidió caminar a ciegas sobre el hilo de la paradoja. Los materiales que utilizó para sus esculturas provenían de la oscuridad de su sensación del pasado orgánico: fieltro, cobre, grasa, aceite, despojos. Sus dibujos casi no son tales; según Bastian, sobre ellos podría figurar este lema: "Perseverar tenazmente en un lenguaje para los vivos y los muertos, a fin de que hablen, los unos con los otros, de su mundo desconocido".
Babelia
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