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Manuel Serrano

Premio Nacional de Diseño, afirma que los objetos deben ser realizados para transmitir bienestar

Manuel Serrano, arquitecto nacido en Madrid hace 30 años, ha centrado su corta vida profesional, los últimos seis años, en el mundo del diseño, actividad a la que dice dedicar 20 horas de cada día. El rediseño de la silla renacentista Tomasa le ha valido compartir con Gabriel Allende el Premio Nacional que otorga el Colegio de Arquitectos de Madrid. Reconoce que actualmente se vive una moda del diseño, pero dice que es falsa la implantación de profesionales que se dedican a esta actividad.

Manuel Serrano asegura que desde muy pequeño empezó a interesarse por la forma de los objetos que le rodeaban y que, quizás por eso, tuvo siempre muy claro que iba a estudiar, arquitectura, aunque nadie de su familia tuviera vinculación con esta rama profesional. "Terminé la carrera y con los ahorros que tenía y la ayuda de una beca decidí marcharme a Italia. En Bolonia conocí a Dino Gavina, el padre del diseño italiano, a quien llamé sin conocerle de nada, y no sólo me invitó a cenar, sino que me dio trabajo durante medio año en sus fábricas".Si la entrada en el mundo del diseño italiano fue fácil, la permanencia resultó tremendamente dura para este joven de sonrisa seria y nostálgicos ojos verdes. "No sólo porque la competitividad allí es feroz", explica, "sino porque además no se te perdona un error, sobre todo si eres extranjero. Mira cómo sería el ambiente que encontré, que después el servicio militar me pareció un paseo".

Pese a la dureza, la experiencia le sirvió de mucho. "Aunque la expresión no me guste, me he hecho a mí mismo. Empecé sin contactos, sin recomendaciones, sin ninguna facilidad que otros tienen. La estancia en Italia fue fundamental, porque allí el diseño está en la industria, no como una actividad artística aislada, que era la idea que yo llevaba".

En Madrid, y especialmente los dos últimos años, ha desarrollado una gran actividad, tanto en montaje de exposiciones como en diseño de objetos o recreación de espacios. Actualmente trabaja en un perchero todo uso (como soporte para el abrigo, el sombrero, el periódico, el paraguas) y una mesa para vídeo y televisión, porque los soportes para la tecnología están muy abandonados. Parece que dan verguenza, y lo que hay que hacer, porque es lo que nos apetece, es sentar la televisión en la mesa como un comensal más y no nos atrevemos, pero hay que hacerlo". También está dedicado a la remodelación del teatro Ayala de Daimiel y a la creación de un centro de tecnología avanzada para la ONCE, espacios en los que trabaja pensando en quienes los van a usar, lejos de las teorías que puedan estar de moda. "Yo creo para el destinatario. No soy un diseñador posmoderno que sólo piensa en aplicar formas clásicas metiendo columnitas por todas partes. Para mí lo importante es el uso del objeto".

Manuel Serrano dice que dedica 20 horas de cada día a su trabajo y que tiene muy claro que sólo hace lo que le apetece. Reconoce que ambas cosas tienen mucho que ver con la desaparición de su mujer, Rosa María Torres, azafata de Iberia, con la que estuvo casado tres años y medio, fallecida en el accidente aéreo ocurrido el pasado año en Bilbao "Ella siempre apoyó todo lo que yo hacía, incluso el tiempo pasado en Italia. Ahora, solo, me vuelco en el trabajo, intentanto transmitir bienestar".

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