El Gobierno italiano acepta las propuestas laicas sobre la enseñanza de religión
El debate sobre la enseñanza de religión en las escuelas y colegios del Estado italiano, apellidada por el diario Corriere della Sera como "la hora de la discordia", a lo que el Vaticano respondió alertando para que no se la quisiera hacer pasar como "la hora de la Inquisición", ha acabado, muy a la italiana, sin vencedores ni vencidos. Aunque el acuerdo entre la ministra democristiana Franca Falcucci y el cardenal Poletti, vicario de Roma y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, ha sido totalmente revocado y, entre otras cosas, basta que los padres o el alumno mayor de 14 años no digan nada para considerar que no la quiere, la ministra ganó el voto de confianza en el Parlamento v se evitó una crisis de Gobierno.
Prácticamente todo lo que pedían las nueve mociones presentadas al Parlamento y apoyadas por todas las fuerzas, a excepción de los democristianos, contra el acuerdo Falcucci-Poletti, pasado casi de escondidas durante las fiestas navideñas sin consultar al Parlamento, ha sido concedido y aprobado por el Gobierno. Por ejemplo, que en las escuelas la hora de religión sea la primera o la última de la mañana, para que quien no la desea no tenga que quedarse en la escuela.También ha aceptado el Gobierno que a partir de los 14 años sean los alumnos y no los padres quienes decidan si asisten o no a la clase de religión. Por otro lado esta materia no será considerada como asignatura principal ni aparecerá la nota en la cartilla, sino que será una de las asignaturas secundarias y opcionales. Y antes de que los padres o los alumnos decidan aceptar o no la enseñanza de religión deberán saber cuál es la alternativa que se presenta a los alumnos durante dicha hora.
Y por último, basta que los padres o el alumno no digan nada sobre la hora de religión para que se considere que no la quiere sin tener que escribir al acto de la inscripción al curso un sí o un no, como había decidido la ministra. Ahora quien desee la clase de religión tendrá que pedirlo para evitar que exista la posibilidad de discriminación para quienes no la desean.
Con el acuerdo Falcucci-Poletti completamente revolcado parecía normal que se presentaran a la votación del Parlamento las propuestas de reproche a la ministra por haber firmado un acuerdo sin el Parlamento, que acababa de ser casi suspendido por su mismo Gobierno.
Pero como lo que se pretendía era satisfacer a sus críticos, salvándola a ella -sobre todo para evitar una posible crisis gubernamental en una materia tan delicada como la religión-, el Gobierno decidió pedir el voto de confianza para, de este modo, evitar que, según el reglamento, se pudieran votar las mociones de censura a la ministra.
Voto de confianza
El voto de confianza es público, y el nuevo acuerdo obtuvo la mayoría de los votos del Parlamento. Las otras mociones tenían que haber sido secretas y hubiese sido una incógnita para el Gobierno. De este modo, la ministra se salvó sin quedar derrotada y quienes se oponían al acuerdo obtuvieron lo que deseaban sin salir vencedores.Para el presidente del parlamento español, Gregorio Peces-Barba, que se hallaba en Roma durante la fase última del debate, se trató de "una sutilísima e inteligente operación parlamentaria". Minutos después de haber desenredado tan genialmente la madeja, la presidenta del Parlamento, la comunista Nilde Jotti, se presentó en la Embajada de España, para cenar con Peces-Barba, con el senador Amintore Fanfani, con el filósofo Norberto Bobbio y el embajador Jorge de Esteban. Nilde Jotti desparramaba sonrisas y comentaba: "Lo importante es que las cosas van resolviéndose".
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