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LA MUERTE DEL 'VIEJO PROFESOR'

El fervor popular en torno a la tumba de Tierno comenzó inmediatamente después del entierro, a las 16.45

Unas 10.000 personas derribaron ayer en el cementerio de la Almudena las barreras que les separaban de la tumba de Enrique Tierno y pugnaron por aproximarse a ella, al término del acto en el que Ramón Rubial, presidente del PSOE, hizo un recordatorio del entierro de Pablo Iglesias. El féretro que contenía los restos del alcalde de Madrid fue introducido en la fosa a las 16.45, en medio de un gran silencio. La respuesta popular hizo que el acto político, al que asistió el presidente del Gobierno, Felipe González, quedara en un segundo plano, y que personas de todas las ideologías se acercaran, en medio de un gran revuelo, a depositar una flor, rezar una oración o hacer un saludo puño en alto. Previamente, la comitiva fúnebre había recorrido el trecho que separa la plaza de Cibeles del cementerio por el centro de dos largas barreras humanas que cubrieron en su totalidad el itinerario.

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La salida del último vehículo oficial tras el acto celebrado en el cementerio fue seguida del derribo de algunas de las vallas metálicas que protegían el lugar y la invasión de la zona por parte de miles de personas que, con banderas, pancartas o flores, pronto rodearon la tumba del alcalde, sobre la que minutos antes se había puesto una gruesa losa de granito.Cantos de La Internacional, saludos, besos y oraciones se mezclaban en medio de empujones, gritos de "Tierno, Tierno" e indicaciones de hacia dónde estaba la tumba, tapada prácticamente por la multitud. Algunas personas, como consecuencia de la presión, cayeron sobre la losa. Otras lo hicieron por su afán de llevarse flores de la tumba, quizá para conservarlas como recuerdo.

La Policía Municipal, muy numerosa durante el acto, retiró prácticamente la totalidad de sus efectivos del lugar acabado éste, y ni siquiera se pudieron acercar al lugar los vehículos que portaban las centenares de coronas, enviadas desde el pasado sábado por la noche. Tres cuartos de hora después, cientos de ciudadanos aún esperaban para poderse acercar a la tumba.

El entierro había sido precedido de la marcha de la comitiva fúnebre desde la plaza de Cibeles hasta el cementerio de la Almudena a través de la calle de Alcalá y la avenida de Daroca. Algunos concejales no pudieron ir en el cortejo, pues aceptaron la solicitud de ir a pie hecha a gritos por muchos de los congregados en la plaza de Cibeles que pretendían que el cortejo continuara a marcha lenta.

En las principales plazas del recorrido, las filas de personas se multiplicaban, pero sin que en ningún momento se produjeran claros. Todos guardaban silencio, desde los bomberos del parque situado junto a la plaza de Manuel Becerra hasta los ancianos que se asomaban a las ventanas.

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En el cementerio esperaban miles de personas, la gran mayoría con claveles y rosas rojas, compradas en el exterior por unidades al precio de 25 y 75 pesetas, respectivamente. Otros muchos traían ya ramos adquiridos por la mañana o comprados en el trayecto a vendedores ambulantes a un precio dos o tres veces superior. Muchos de los presentes habían acudido durante la mañana, pero el grueso llegó hacia las tres de la tarde para encontrar un buen sitio. Los más jóvenes se subieron a los árboles y a los techos de los mausoleos cercanos.

El orden estaba asegurado por decenas de agentes de la Policía Nacional y Municipal, en tanto los servicios de Cruz Roja y Protección Civil habían realizado un gran despliegue ante posibles accidentes. Al final del acto, una mujer de avanzada edad sufrió un infarto, por lo que tuvo que ser trasladada en ambulancia a un centro hospitalario.

Recordatorio de Pablo Iglesias

Cuando llegó el cortejo, el féretro fue colocado sobre un catafalco delante de la tumba. Junto a los familiares de Tierno se encontraban el presidente del Gobierno, Felipe González, y varios ministros, así como los máximos representantes del Gobierno autónomo y del Ayuntamiento.

Ramón Rubial centró su discurso en la figura política de Enrique Tierno, y comparó el acto con la despedida que le tributó Julián Besteiro al fundador del Partido Socialista Obrero Español, Pablo Iglesias, con motivo del entierro de éste, el 9 de diciembre de 1925. "Yo quisiera en tu presencia", dijo Rubial, dirigiéndose a Tierno, "decir que este pueblo va seguir en la lucha con el mismo fervor que tú. Con tu permiso, con el de tu familia, de la Comisión Ejecutiva Federal de este partido y de la UGT, prometemos llevar adelante tu labor, la de Pablo Iglesias y la de Julián Besteiro".

Posteriormente, el féretro fue descendido por seis empleados municipales a la fosa y se colocó sobre él una lápida de 1.200 kilos de peso, en medio de una lluvia de rosas y claveles. La inscripción de la lápida decía, simplemente: "Enrique Tierno Galván. Alcalde de Madrid. 8 de febrero de 1918, 19 de enero de 1986". Tras un breve silencio, la viuda de Enrique Tierno, Encarna Pérez; su hijo Enrique y su nuera se acercaron a la tumba y colocaron las flores lanzadas, antes de retirarse.

Acabado el acto, y cuando Felipe González se dirigía a su automóvil, fue preguntado por una periodista sobre su opinión acerca de la respuesta popular. "Es impresionante", contestó. Sobre su sentimiento personal manifestó, visiblemente afectado: "Lo siento, lo siento seriamente".

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