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GUZMÁN URIBE, EN LIBERTAD

Sin 'síndrome de Estocolmo'

A Juan Pedro Guzmán sus secuestradores le dijeron que sólo pretendían utilizar su coche para una acción, asegurándole que luego le dejarían atado a un árbol. Pero, tras un viaje de unos 30 minutos, que realizó con unas gafas opacas cubriendo sus ojos, se encontró en el interior de una lonja y entonces comprendió su situación real. El industrial vizcaíno, flanqueado por la directiva en pleno del Athlétic y otras personas relacionadas con el fútbol, así como por varios familiares, ofreció ayer, en una conferencia de prensa, detalles sobre su secuestro, cautiverio y liberación. Tras advertir que no creía ser víctima de ningún síndrome de Estocolmo, dijo que la relación con sus secuestradores fue "correcta", aunque, precisó, "eso es muy relativo cuando uno está prisionero".

Para matar el tiempo leía algunas novelas que le dejaban sus secuestradores y jugaba con ellos a las cartas. Desde el primer momento trataron de hacerle perder la noción del tiempo, según pudo comprobar al identificar, por el estruendo exterior, el instante en que acababa el año 1985.

Dos días antes de su liberación le obligaron a redactar una carta a sus familiares, exhortándoles a hacer lo necesario para su liberación. El mismo día le hicieron unas fotografías que iban a servir, a través de su publicación en un periódico local, para responder a la exigencia familiar de conocer su estado.

Poco antes de su liberación se oyeron ruidos en la lonja contigua al recinto camuflado, por lo que "los secuestradores se pusieron nerviosos. Tras el diálogo con el oficial, a través de la pared, los guardianes han preguntado a qué cuerpo pertenecía aquél. El oficial se lo ha dicho, añadiendo que les garantizaba personalmente su seguridad si se entregaban. A su vez, ellos han puesto como condición para entregarse que yo fuera el último en salir del agujero", dijo Juan Pedro Guzmán.

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