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Tenis EE UU-tenis Europa: cruz y cara

EDUARDO E. ANNERÉNLos grandes torneos de 1985 han sido ganados por tenistas europeos. El alza de éstos coincide con el vacío existente detrás de Connors y McEnroe en EE UU, país que pierde su tradicional hegemonía mundial en el tenis.

El pasado 8 de septiembre Ivan Lendl levantaba los brazos en una explosiva manifestación de júbilo después de pegar una volea de derecha que John McEnroe fue incapaz de contestar. Ello suponía no sólo la primera victoria del checo en el Open de EE UU, sino también la primera vez que un tenista europeo se adjudicaba el torneo norteamericano desde que Orantes venciera en 1975. El feudo norteamericano había dejado de existir como tal para los jugadores europeos, que este año colocaban a seis de los ocho posibles en los cuartos de final, siendo por parte estadounidense McEnroe y el incombustible Connors los dos restantes.Apenas dos meses después, el Open de Australia volvía a mostrar la cara y cruz de la moneda. Mientras ningún jugador estadounidense conseguía llegar a los cuartos de final, los europeos colocaban a los cuatro semifinalistas, venciendo en la sorprendente final el sueco Stefan Edberg a su compatriota Mats Wilander. Anteriormente, Roland Garros y Winibledon habían dado ganadores europeos: Wilander, repitiendo triunfo en París, y Becker, estrenándolo en Wimbledon, conseguía que Europa alcanzase la cota más alta en torneos del Gran Slam (1), al tener cuatro vencedore! de cuatro posibles. Por el contrario, Estados Unidos llega a su nivel más bajo de los últimos años, pues hay que remontarse a 1969, año en que el australiano Rod Laver consiguió la victoria en los cuatro grandes, para encontrar un año sin jugadores norteamericanos victoriosos en algún trofeo del Slam.

A la vista de estos hechos, las derrotas norteamericanas en la Copa Davis producidas en 1983, 1984 y 1985 pueden parecer justificadas. Si bien estas derrotas se produjeron en las pistas de tierra de los equipos de Argentina, Suecia y Alemania, superficie tradicionalmente reacia al juego norteamericano, es difícil creer que el equipo de EE UU no pueda ganar la Davis, contando con dos de los cuatro mejores jugadores del mundo y la mejor pareja de doblistas.

Quizá el factor más alarmante del tenis de EE UU es el vacío existente detrás de Connors y McEnroe. Con un Jimmy Connors preparando su retirada a los 33 años, y John McEnroe más preocupado por su vida sentimental y afectiva que por su carrera tenística, no aparecen jugadores en la escena americana capaces de tomar el relevo. Aaron Krickstein, que en 1984 escaló fulgurantemiente posiciones en la clasificación mundial, hasta llegar al número 12, se encuentra en la actualidad en el número 34, mientras que Jimmy Arias, clasificado sexto en 1983, ocupa la posición 25. Parece ser que ambos han sido incapaces de, adquirir algo más que un demoledor golpe de derecha, siendo su bagaje tenístico muy limitado para competir por las plazas de ho nor de la clasificación mundial.

Los europsos

Si la presente temporada ha sido una de las peores para el tenis norteamericano, para el europeo ha sido excepcional. Hacía 50 años que no se producía una victoria de jugadores europeos en todos los torneos del Gran Slam, sin olvidar la final de la Copa Davis entre la RFA y Suecia.

Ya han quedado atrás los tiempos en que los éxitos europeos eran casi fruto exclusivo de las andanzas de Borg y de las honrosas excepciones de Nastase, Orantes, Panatta y Kodes. Hoy día Europa pisa fuerte en el tenis mundial. Entre los 10 primeros jugadores mundiales, seis son europeos y cuatro estadounidenses. Clasificación válida no sólo en la lista de individuales, sino también en la de dobles (4). Hasta hace muy pocos años esta proporción era inversa.

Lendl está firmemente instalado en la primera posición del tenis mundial, tras haber ocupado la segunda plaza durante los últimos años. La gran revelación del tenis alemán, Becker, está agazapado en el quinto lugar, esperando dar el salto, que muy bien pudiera ser la próxima teníporada, o cuando moldee un poco más su fuerte carácter. Wilander, en la tercera posición, sigue siendo el líder de la escuadra sueca, si bien este liderazgo puede ser cuestionado próximamente por Edberg, que, paso a paso, confirma las grandes esperanzas puestas en él en 1983, año en que fue declarado mejor junior del mundo. El tercer sueco, Jarryd, sigue. siendo un habitual en las rondas finales de cualquier torneo del Gran Premio. Por su parte, el francés Noah sigue siendo tan imprevisible como una veleta en medio de un vendaval: capaz de lo mejor y de lo peor.

También es de resaltar la progresiva adaptación de los tenistas europeos al juego sobre pistas rápidas. Habiendo sufrido durante largos años el potente y ofensivo juego de los australianos primero y los norteamericanos después, los europeos parecen haber aprendido bien la lección. Ya no se limitan a quedarse agazapados en el fondo de la pista, esperando el fallo del rival, sino que, armados de potentes servicios y resolutivas voleas, se lanzan a la red en búsqueda de puntos ganadores. Las victorias de Becker y Edberg lo han probado así en la hierba inglesa y australiana, respectivamente. Por su parte, Lendi ha contratado los servicios del otrora gran jugador australiano Tony Roche para que le ayude a desvelar los secretos de la volea, obteniendo el fruto deseado con su victoria sobre el cemento neoyorquino. Noah y Jarryd siguen sien do jugadores todo terreno, capaces de dar el máximo rendimiento sobre cualquier superficie. Finalmente, Wilander parece ser el único que prefiere la tierra a cualquier otra superficie, obteniendo en la lenta arcílla roja de Roland Garros su máximo triúao de la presente temporada. Pero tampoco conviene olvidar que este jugador obtuvo la victoria en la hierba del abierto australiano en 1983 y 1984.

Finalmente, y para completar este panorama, una especial atención a los entrenadores. El rumano Ion Tiriac, actual entrenador y manager de Becker, ha ocupado el puesto estelar en el mundo de los preparadores-managers. Sus profundos y amplios conocimientos tenísticos, debido a su etapa de jugador y antiguo entrenador del argentino Vilas y del francés Leconte, le convierten en el preparador tenístico que mejores resultados ha obtenido en los últimos años. El entrenador nacional sueco John Anders Sjögren, con un trabajo más oscuro, menos comercial y espectacular que el de Tiriac, puede sentirse orgulloso de la posición que ocupan sus pupilos en el escalafón mundial. La cara opuesta de la moneda puede presentarla el norteamericano Nick Bolletieri, cuyos pupilos Arias y Krickstein son incapaces de colocarse entre los 20 primeros.

Pero al tenis de EE UU le queda un consuelo: su dominio en el tenis femenino sigue siendo considerable.

1. Campeonato Internacional de Francia, Inglaterra, EE UU y Australia. 1 Clasificaciones basadas ea la lista de noviembre de la Hewlett-Packard ATP Rankings. Eduardo E. Annerén es profesor de tenis.

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