Una modesta reflexión sobre la OTAN
Estoy muy preocupado. Yo diría que me duele España. Acabo de recibir una carta de don Manuel Fraga Iribarne encabezada del siguiente modo: "Estimado don Félix De". Poco debe de estimarme el señor Fraga cuando ni siquiera escribe correctamente mi nombre. Yo podría perfectamente votar en favor de Alianza Popular si me aseguraran la eliminación radical de nuestro último carácter racial: la chapuza. Pero veo por esta carta que Alianza Popular no controla ni siquiera la chapuza de su propia publicidad. Tiemblo sólo de pensar en lo que harían con la Renfe.Pero también he salido en una lista de "hombres y mujeres de izquierdas", aunque nadie me ha preguntado si soy de izquierdas ni tampoco si soy hombre o mujer. Y lo digo porque aparezco bajo el nombre de "Félix de Aznar". Es probable que exista un "Félix de Aznar" que sea hombre o mujer de izquierdas, y entonces todo esto no es más que una lamentable muestra de egocentrismo por mi parte. Pero si no hubiera tal hombre o mujer de izquierdas llamado "Félix de Aznar", sino que, como temo, tampoco los hombres y mujeres de izquierdas me estiman lo suficiente como para escribir correctamente mi nombre sin pedirme permiso, entonces estoy abandonado por la derecha y por la izquierda.
Triturado por el molinillo de nuestro último carácter racial, la chapuza, patrimonio de la derecha y de la izquierda, francamente, me veo obligado a tomar medidas individuales que me permitan seguir llamándome de alguna manera. ¡Qué más quisiera yo que llamarme Félix De, o Arturo Ui, o Ramón Pi! Y excuso decir cómo me gustaría llamarme Félix de Aznar, con ese aroma a navieras y a servicios secretos tan elegante e histórico. Mi nombre, la verdad, es bien poca cosa comparado con la chapucera fantasía de la derecha y la izquierda. Pero le tengo apego. Llevamos tanto tiempo juntos...
Aunque lo grave no son las desventuras de un humilde nombre propio, sino la enfermedad de la que son síntoma. Esa enfermedad, debo repetirlo, es nuestro último carácter racial: la chapuza. Y ahora les diré por qué estoy en contra de la integración de España en la OTAN. A mí me parece colosal que contribuyamos a la defensa de Occidente, ya que al parecer es preciso defenderlo de sus víctimas. Y para ello, nada mejor que la OTAN, dadas las suspicacias que excitaría tratar de defender a Occidente desde el Pacto de Varsovia, aunque a mí me parece el ejército más occidental, europeo y cristiano del mundo. Ahora bien, una vez dentro de la OTAN no quiero pasar por el sofocón de que nos echen.. Y, señores, estoy convencido de que no duramos ni dos meses. En cuanto empecemos a enviar cartas a Shultz llamándole Schmidt, o a perder obuses en dormitorios belgas; en cuanto se nos escacharren tres o cuatro misiles, y a los 20 o 30 soldados estropeados, nuestros aliados nos mandan a casa. Y eso sí que no podría soportarlo. Uno, al fin y al cabo, es un patriota.
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