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Lucila Milac,

ciudadana peruana, no tiene quien la juzgue, aun cuando confiesa abiertamente que mató a su marido porque quería obligarla a prostituirse. El delito se perpetró en el Callao, puerto de Lima, hace un año, cuando Lucila tenía 17, y por ello el juez aduce que debería ser juzgada por un tribunal de menores. Pero como ahora la joven ya ha cumplido los 18 años y es mayor de edad, según la ley, el juzgado de menores se declara incompetente en el caso.

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