Chanquetes
España entra mañana en el Mercado Común y al parecer el tratado de adhesión arrambla con todo, no distingue entre personas, animales y plantas. Tápies compartirá semejante honor con una oveja merina, Caro Baroja irá en el mismo paquete que el vino de Utiel, el intelectual Benet y señora serán asurnidos junto con las camisetas de Tarrasa. Supongo que hoy, a media noche, mientras suenen las 12 campanadas, algún locutor hortera lanzará este grito inevitable: ¡ya estamos en Europa! Y yo voy a compartir esa alegría felicitando cordialmente a los chanquetes. Desde el famoso 1 de enero de 1986 también el general Milans del Bosch y el teniente coronel Tejero se convertirán en finos europeos y para ellos ya no habrá escapatoria. Cuando purguen su golpe bufo y salgan de la cárcel se van a encontrar con una España sin chanquetes fritos en el mostrador de las tascas. Los chanquetes son los únicos que de veras pueden celebrar la entrada en el Mercado Común puesto que éste les ha salvado la vida. Ahora hay una gran fiesta de armisticio en el fondo del mar.Por lo demás, la gente exquisita se ha quedado sin coartada. Aunque hablando en plata Europa ya no es sino un retrete de cinco estrellas, un balneario a media luz, el apéndice económico o el rabo colonizado de Norteamérica, iluminada por el resplandor edonista de una gran chuleta de cerdo, para muchos españoles aún servía de refugio interior ante un castizo desayuno con porras, se ejercía como un signo de distinción frente a la amenaza de los rudos patriotas que aprietan el gatillo con un dedo coronado de sabañones. En cierto modo, sin moverse de aquí, Europa constituía un exilio. para el alma. Pero el tratado de adhesión lo arrastra todo hacia Bruselas: cabras, eruditos, gallinas, filósofos, tornillos, artistas, pollinos, tomates, señores de bigotito fascista con gafa negra y pelucón de oro, paños de Tarrasa, marxistas, queso manchego y librepensadores de estilo botánico. Sólo los chanquetes se encuentran a salvo. ¿Acaso no oyen sus vítores? Ahora, en el fondo del mar, en medio del gran cotillón de fin de año, reciben abrazos y parabienes por parte de las merluzas. También quisiera yo ser feliz como un. chanquete.
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