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Los futbolistas premiados en la lotería ganaron con resaca su partido

La Unión Deportiva Dante de Barcelona ganó ayer su partido de Liga correspondiente al grupo decimonoveno de la Tercera Regional de Cataluña. Venció por dos goles a uno al San Miguel de Santa Coloma de Gramenet y consolidó su cómoda posición en la tabla. El resultado fue justo y previsible, teniendo en cuenta que la suerte vive en el barrio de Horta desde el sábado a mediodía, cuando el número 52.543 fue agraciado con el segundo premio del sorteo de Navidad.

El club había distribuido 2.160 millones de pesetas en participaciones de 80 pesetas entre jugadores, socios y simpatizantes. "No es lo mismo jugar de rico que jugar de pobre", aseguró, feliz, Miquel Sierra, habitual defensa libre del Dante. A pesar de que el presidente-entrenador del equipo, José María Chao, y el delegado, José Antonio Cervera, se esforzaban en dar el encuentro la mayor apariencia posible de normalidad, forzando a los chicos a entregarse en el juego e impidiendo que los alborozados espectadores invadieran el campo, lo cierto era que las últimas 24 horas se dejaban sentir en el ánimo de todos.La inequívoca sensación de que la fortuna había decidido finalmente visitar el barrio de Horta y El Carmelo contrastaba en la fría mañana de ayer con la dura realidad de su entorno. El reloj marcaba las seis de la mañana cuando buena parte de los jugadores daba por finalizada la primera celebración de la lluvia de millones. Eran millonarios y durante la noche tomaron conciencia de ello.

La gran mayoría del equipo y los más fieles seguidores llegaron con el tiempo justo para el encuentro. Los jugadores vistieron sus elástica azul celeste en la destartalada caseta situada a 200 metros del terreno de juego.

El campo de juego, el Martí Codolar, situado en las inmediaciones del segundo cinturón, en el Valle de Hebrán, no tiene casetas, aunque hace un año que las vienen pidiendo al Ayuntamiento. Un conglomerado de modestos pisos hace las veces de tribuna norte, mientras un barranco sustituye al graderío este.

Los jugadores fueron vitoreados al pisar el terreno de juego y la alegría aumentó hasta comenzar el encuentro. Llegaron más simpatizantes de los habituales y el número de espectadores alcanzó los 300.

El hábito y una técnica discreta hacían que el nivel de juego no se viera excesivamente afectado por los numerosos surcos formados en un terreno de juego. Hasta los 25 minutos no llegó el primer gol. Tiempo suficiente para que los más forofos de la peña ofrecieran una par de kilos al portero visitante para que diera facilidades. Las ofertas llegaron también al colegiado.

Aunque probablemente el capital conseguido con el sorteo (unos 20 millones de pesetas) no será suficiente para construir el soñado estadio de los millonarios que sugerían algunos socios, sí servirá para salir de penas.

En algunos momentos, el agotamiento físico de la noche anterior hicieron mella en el equipo. Fueron inútiles las promesas que les llegaban a gritos desde las bandas: "20.000 duros por un gol".

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