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Reportaje:

La matanza de lowa

La tragedia de Dale Burr, asesino y suicida, ilustra la angustia económica de los agricultores en EE UU

Los campesinos del Estado norteamericano de Iowa se vieron sacudidos recientemente por una matanza sin sentido. Uno entre ellos, Dale Burr, de 63 años, con fama de sosegado y pacífico, asesinó el 9 de diciembre a tres personas, entre ellas su propia esposa, antes de quitarse la vida. La tragedia de Burr, desesperado por su endeudamiento, ilustra la agonía de una parte del cinturón agrícola de Estados Unidos, donde la crisis está llevando a la exasperación a agricultores sin otra propiedad que su tierra.

Tras toda una vida trabajando la tierra heredada de su padre y de su abuelo, Dale Burr estaba arruinándose. Se encontró, a los 63 años, con una hipoteca de más de medio millón de dólares sobre las 226 hectáreas de Lone Tree (lowa) que constituían su medio de subsistencia, su hogar y su herencia.En una visita a su cuñado, Keith Forbes, a finales del mes pasado, el normalmente callado agricultor y su esposa, Emily, de 64 años, se estuvieron lamentando de sus problemas económicos durante cuatro horas. "Ni siquiera tenemos dinero para comprar comida", confesó Emily. Forbes añadió: "A Dale le dolía no poder pagar sus deudas. Dijo que el Hills Bank le estaba apremiando para que vendiese el ganado y la maquinaria y arrendase la tierra. Pero él era demasiado orgulloso para hacerlo".

El orgullo, quizá mezclado con algo de psicopatía, hizo explosión dentro de Burr y el 9 de diciembre emprendió una matanza calculada, asesinando a su esposa, al director de un banco y a otro agricultor antes de quitarse él mismo la vida. La grotesca tragedia reflejaba la agonía del sitiado cinturón agrícola de Estados Unidos, donde en los tres últimos años se han vendido miles de propiedades por orden judicial para hacer frente a las hipotecas y se han cerrado decenas de bancos en lo que ha sido la peor crisis económica desde la depresión.

Inmediatamente después de la matanza de lowa, los habitantes del Medio Oeste se preguntaban si la frustración de la esforzada clase agraria produciría más violencia. "Muchos de los que nos llaman están desesperados", dice Dan Levitas, de Prairiefire, un servicio telefónico para agricultores con problemas con base en Des Moines. "Algunos dicen que si ellos se van a ir se llevarán a alguien por delante".

Burr se volvió loco la semana pasada, un lunes por la mañana de un frío amargo. Antes de salir en su vieja camioneta, el robusto Burr, de 1,87 metros de estatura, entró a zancadas en la cocina de su granja y mató de un disparo a su esposa, Emily. Sus amigos dicen que, evidentemente, no podía soportar que ella tuviese que vivir con lo que estaba a punto de cometer. Después se dirigió a Hills (550 habitantes, lowa) y entró en el Hills Bank & Trust Company, donde debía más de 400.000 dólares.

Después que el cajero se negase a pagarle un cheque de 500 dólares porque su cuenta estaba en números rojos, Burr cogió de su furgoneta una escopeta del calibre 12 cargada. Escondiendo el arma debajo del mono volvió al banco. Abrió la puerta del despacho del director, John Hughes, de 46 años, y disparó un solo tiro a la cabeza, matándole al instante. En un despacho contiguo apuntó a otros dos empleados, pero al cargar la escopeta se le disparó; de otra forma habría acabado con sus vidas.

Cadáver en la nieve

Tras salir del banco, Burr fue en busca de Richard Goody, de 38 años, que vivía en una granja cercana. Goody le había ganado .6.000 dólares en un juicio al hijo de Burr, en un pleito sobre un terreno. Tenía que vengarse. Burr le disparó en la cara, dejando su cadáver en la nieve entre dos comederos de cerdos. Justo en ese momento llegó en una furgoneta, con su hijo de seis años, la esposa de Goody, que regresaba de un recado. Horrorizada, aceleró rápidamente y huyó. Burr disparó, pero no la alcanzó.Cuando Burr se dirigía a su finca, un ayudante del sheriff del condado Johnson le siguió en el coche haciendo sonar la sirena. Burr se salió de la carretera. El agente decidió esperar refuerzos. Cuando llegaron otros ayudantes del sheriff y más policías del Estado se encontraron a Burr desplomado en su furgoneta, muerto a causa de las dos heridas que se había producido al dispararse él mismo. En la finca, las autoridades encontraron el cuerpo de Emiy Burr junto a una nota con una sola frase, que Burr había garabateado. Según un ayudante del sheriff del condado, "decía que no podía aguantar más sus problemas".

El incidente dejó a lowa perpleja y angustiada. "Nadie pensó que Dale haría una cosa así", dijo un agricultor que conocía a Burr. "Era callado, no fumaba ni bebía, no salía mucho. Su vida era su mujer y su finca". Pero Burr se sentía abrumado por sus deudas. Además de los créditos con el Hills Bank, debía 139.900 dólares a otro banco y casi 10.000 dólares a su cuñado, Forbes. Sin embargo, solamente con su tierra, que valía a más de 4.000 dólares la hectárea, su finca tenía valor suficiente para evitarle el embargo.

"Burr no estaba arruinado", dice Neil Miner, de la Asociación de Banqueros de Iowa. "Tuvo que haber otras consideraciones emocionales, que le llevaron a cometer estos asesinatos a sangre fría". Una cruel ironía es que Hughes, el director del Hills Bank, tenía fama por la región del sureste de Iowa de ser amigo de los agricultores. Ray Marner, hijo, del Farmers & Merchants Savings Bank de Lone Tree, recuerda que "él se daba cuenta de lo diricil que era negarle a alguien un préstamo durante la semana, cuando luego tenía que sentarse a su lado en la iglesia los domingos".

Hughes, cuyo banco tiene más de 200 millones de dólares en activo, no tenía intención de embargar la finca de Burr, aunque el agricultor no podía pagar los intereses. Un agricultor que admiraba a Hughes dijo: "Dale Burr no tenía derecho a matarle, a dejamos sin él".

El enemigo banquero

Pero a medida que han ido aumentando las ejecuciones de las hipotecas sobre las fincas, muchos agricultores han empezado a considerar a los banqueros como enemigos. En 1983, un agricultor de Minnesota y su hijo consiguieron atraer al director de un banco y a un agente de créditos a su propiedad, ya embargada; les tendieron una emboscada y los mataron. El año pasado, un agricultor de Nebraska murió en un tiroteo después que empezara a disparar con un rifle sobre la policía del Estado. El conflicto había empezado un poco antes esa misma mañana, cuando ayudantes del sheriff intentaron entregarle una citación concerniente a créditos vencidos por valor de 300.000 dólares.Este otoño se produjeron dos incidentes en Iowa en los que agricultores que llevaban escopetas cargadas en sus furgonetas estuvieron a punto de matar a banqueros. "Hace un año habría dicho que lo que ha sucedido en Hills ésta semana era impensable", dijo un director de banco del condado Johnson. "Ya no".

Los parientes y amigos que lloraban por las víctimas sólo podían rezar para que se calme la violencia en el corazón del país y desaparezca la desesperación que la ha ocasionado. En la ciudad de Iowa, 15.000 personas se congregaron en el funeral de Hughes, donde el reverendo Henry Greiner invitó a los representantes oficiales a "escuchar los gritos de aquellos que cultivan la tierra y alimentan a la nación".

En Lone Tree, Dale y Emily Burr fueron enterrados uno junto al otro en un cementerio situado a sólo algo más de un kilómetro de su granja. El día anterior, la viuda de Richard Goody había declinado la oferta de realizar un funeral militar para su marido, aunque como veterano de Vietnam tenía derecho a ello. "No más armas", dijo Marilyn Goody en voz baja.

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