Bartolomé Vicens Fiol
El confesor del Rey se siente un converso que, tras un pasado juvenil 'ligero',decidió hacerse dominico a los 29 años
La facilidad de palabra -don natural que el padre Bartolomé derrocha- no es sólo un recurso escénico de comunicación, sino una manera directa de hacer amigos. Con una entonación mallorquina que le hace cálido sin llegar a campechano y una oratoria eclesiástica adaptada al intercambio cotidiano, Bartolomé Vicens encuentra amigos con simpática habilidad, y una vez que alguien despierta su afectividad ya no le deja, "porque sigo siendo amigo de él aunque él no lo sea de mí, ése es su problema".
El padre Bartolomé, o Tomeu, como le llaman sus amigos, conoció al rey Juan Carlos en 1961, cuando el Monarca "era joven y soltero". El padre Tomeu dirigía un colegio de elite en Madrid, el Alameda de Osuna, y el entonces príncipe Juan Carlos tenía varios amigos que estudiaban en ese colegio. Los deportes eran importantes en el Alameda de Osuna y sus alumnos solían disponer de su propio caballo. "Recuerdo que unos amigos decidimos regalar al Príncipe un caballo, porque, aunque no todos lo sepan, la Familia Real nunca fue rica".No desea que se le considere el director espiritual de Juan Carlos I; "porque yo", dice, "no quisiera que alguno se equivocara pensando que soy un manipulador". Aclara que él no es el capellán oficial de la Zarzuela, "sino el capellán privado del Rey", el confesor. "El Rey es profundamente religioso, pero no le gusta hacer ostentación de su religiosidad por respeto a la pluralidad existente entre los españoles".
LLeno de sutileza, asegura que la labor del confesor "es amar y animar, pero no regañar". No le falta tacto al reconocer que, corno persona privada, el Rey puede tener defectos que el confesor suele conocer bien, pero el dominico recuerda que él mismo es un hombre lleno de limitaciones, con un pasado turbulento hasta los 29 años, edad a la que se hizo dominico.
A pesar de no ser el capellán oficial, alguna vez ha dicho misa en la Zarzuela; "y don Felipe, o el propio Rey, me han ayudado en el altar", comenta. Aparte del tiempo material que emplea en conversar con el Rey, el padre Bartolomé dedica parte de sus oraciones a don Juan Carlos.
Nacido en Alaró (Mallorca), y criado con una hermana mayor que hizo las veces de madre, Bartolomé Vicens procede de una familia acomodada. Aunque suele vestir "con los seis metros blancos" del hábito dominico -atuendo con el que acostumbra a presentarse en la Zarzuela-, cuando viste de paisano la combinación de colores y tejidos muestra que se trata de un hombre habituado a andar por el mundo. Poco tiene que ver su imagen con la del capellán de Bearn creado por Villalonga. Su coquetería llega al extremo de jugar con su edad exacta. "Sí, has acertado, tengo 55". Antes de ser dominico, cuando hacía la mili, le recluyeron ocho días en el calabozo porque, estando de guardia, abandonó el fusil para irse a bailar.
Presume de juventud ligera: "Busqué tanto a la mujer, y elegí tanto, que no encontraba el ideal, porque en realidad buscaba una madre". Le preocupan los jóvenes y ha organizado el Foro Internacional de la Juventud, celebrado esta semana en Madrid.
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