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Shultz lanza en la República Federal de Alemania un llamamiento a la unidad de los países occidentales

El secretario de Estado norteamericano, George Shultz, se entrevistó ayer en Bonn, capital de la RFA, con el canciller federal alemán, Helmut Kohl, y su ministro de Asuntos Exteriores, Hans Dietrich Genscher, con quienes trató sobre el estado de las relaciones entre los países del Este y del Oeste tras la cumbre de Ginebra y sobre la visita que hoy inicia a tres países socialistas. Shultz lanzó ayer un llamamiento a la unidad de los países occidentales, condición que él considera esencial para garantizar tanto la libertad de Europa como las negociaciones fructuosas con los países del Este.

Shultz, que llegó a Bonn la noche del viernes, día en que cumplía 65 años, visitó, después de sus entrevistas, Berlín oeste en compañía de Genscher. Hoy comienza el secretario de Estado norteamericano una gira que le llevará a Rumanía, Hungría y Yugoslavia. La Administración norteamericana concede a estos tres países, los dos primeros, miembros del Pacto de Varsovia, un tratamiento preferente frente a los otros aliados de la Unión Soviética en Europa oriental.Shultz y Kohl estudiaron la situación creada tras el encuentro entre el presidente norteamericano, Ronald Reagan, y el máximo dirigente soviético, Mijail Gorbachov, en lo que respecta a las relaciones entre las dos superpotencias y a las expectativas resultantes para los aliados de ambas. Con Genscher, gran conocedor de los regímenes de Europa oriental desde su etapa como ministro de Asuntos Exteriores con la coalición gubernamental entre socialdemócratas y liberales, Shultz estudió su visita a estos países socialistas.

Por la mañana se había entrevistado con el presidente del partido socialdemócrata alemán, Willy Brandt, y con el candidato de este partido a la cancillería federal y jefe del Gobierno del Estado de Renania-Wesfalia, Johannes Rau. Brandt regresó a principios de esta semana de una visita oficial a Polonia, durante la cual mantuvo cuatro largos encuentros con el jefe del Estado y del Partido Obrero Unificado Polaco (POUP, comunista), general Wojciech Jaruzelski. Shultz obtuvo información de primera mano sobre la postura e intenciones del régimen polaco, con el que la Administración norteamericana no mantiene prácticamente contacto alguno desde la implantación de la ley marcial, hace cuatro años.

El secretario de Estado también habló con Kohl sobre la participación de la República Federal de Alemania en el programa de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), según reconoció ayer el canciller federal. La participación alemana en este proyecto norteamericano está ya prácticamente decidida y su anuncio público se ha retrasado por divergencias entre liberales y cristianodemócratas en la coalición gubernamental sobre la forma de esta cooperación.

Acuerdo oficial

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La CDU/CSU es favorable a un acuerdo marco oficial entre los Gobiernos de Bonn y Washington para la participación de empresas alemanas en el proyecto. Los liberales de Genscher consideran que este acuerdo formal supondría un duro revés para las relaciones de Bonn con los países del Este de Europa, y en especial con la RDA.

La visita de Shultz a Rumanía, Hungría y Yugoslavia forma parte de la política de diferenciación de la Administración de EE UU en sus relaciones con los países socialistas. Rumanía y Hungría son los únicos miembros del Pacto de Varsovia que gozan de la cláusula de máxima preferencia en el comercio norteamericano.

La renovación de esta cláusula depende del comportamiento de estos países comunistas en la concesión de permisos de emigración y en el respeto a los derechos humanos. Con Rumanía, sin embargo, ha sido la política exterior relativamente autónoma del presidente Nicolae Ceaucescu la que ha justificado en Washington el tratamiento preferencial, ya que la política interior rumana es, con diferencia, la más represiva del Este de Europa, tanto en lo que a la emigración se refiere como al trato a los disidentes y a las minorías.

'Buenos' y 'malos'

Estos tres países fueron ya objeto de una gira del vicepresidente norteamericano, George Bush, hace dos años, que con sus declaraciones sobre las intenciones norteamericanas de dividir al Pacto de Varsovia con este trato de países buenos y malos causó enorme malestar en Hungría, donde la política de liberalización siempre se ha basado en un firme compromiso dentro de la alianza militar oriental. De ahí que en Budapest, en la víspera de la llegada de Shultz, ya se estaban preparando los discursos de las autoridades para no dejar ninguna duda sobre la fidelidad del régimen húngaro a la URSS.

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