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Anita Gradin

Ministra de Inmigración e Igualdad de Suecia, cree que en su trabajo hay un conflicto permanente entre el cerebro y los sentimientos

Anita Gradin, ministra de Inmigración e Igualdad de Suecia, termina hoy una visita oficial a España iniciada el pasado martes. El jueves recibió del ministro de Trabajo, Joaquín Almunia, la medalla de honor de la Emigración en categoría oro. A los 53 años, tiene una larga y comprometida actuación en la vida pública de Suecia. Sin esa experiencia y un carácter templado en muchas batallas por la causa de los sectores más débiles de la sociedad, las responsabilidades de su cargo actual le pesarían demasiado.

La tradicional hospitalidad sueca hacia los perseguidos políticos de otros países ha sido puesta a prueba al máximo en los últimos dos o tres años, cuando un verdadero aluvión de desesperados huyendo de la guerra, la persecución y no pocas veces del hambre se ha volcado sobre los países nórdicos. El Ministerio de Inmigración, y por consiguiente su titular, se han vuelto el centro de controversias y muchas veces de duras críticas.La propia Anita Gradin explicó a EL PAÍS los aspectos de esa problemática. "Aquí no se trata de decidir si deben emplearse 20.000 o 50.000 coronas, sino sobre el destino de vidas humanas Hay leyes y disposiciones que regulan esas decisiones, pero la letra fría de la ley no puede abarcar todos los matices de un problema. Hay entonces un permanent conflicto en la búsqueda de un equilibrio entre el cerebro y los sentimientos, entre las reglamentaciones y lo que uno íntimamente desearía". Versiones periodísticas atribuyeron a Anita Gradin la intención de pedir un cambio de ministerio después de las últimas elecciones. Admite que esa intención existió, pero manifiesta que se queda, que todavía puede aguantar.

Su compromiso político, ya desde la época de estudiante, fue motivado por el deseo de justicia. "Las secuelas de la II Guerra Mundial, con persecuciones, desmembramientos de familias, niños que habían perdido a sus padres, fueron para mí una dramática experiencia que me indujo a asumir responsabilidades, a no permanecer indiferente frente a ese tipo de problemas". Se afilió al Partido Socialdemócrata, trabajó como periodista, militó en el movimiento obrero y comenzó luego a trabajar activamente en la dirección de la rama juvenil femenina del partido.

La lucha contra la discriminación de la mujer ha sido otro motivo central de su actividad. Descarta categóricamente la idea que existe, sobre todo en el exterior, de que en Suecia el problema de la igualdad de la mujer ha sido resuelto. "Es cierto", dice, "que las mujeres en este país están en bastante mejor situación que en otros, pero aún estamos lejos de haber eliminado todas las fronteras de la discriminación".

Anita Gradin ocupó la presidencia del distrito femenino del Partido Socialdemócrata en Estocolmo durante los años 1968 al 1982, ha desempeñado diversos cargos relacionados con la investigación social y la educación y durante 14 años ha representado a su partido en el Parlamento.

"Los contactos entre Suecia y España se han hecho muy intensos en los últimos años, más aún desde que en ambos países existen Gobiernos similares y una reconocida amistad entre Felipe González y Olof Palme. Mi visita se enmarca en esa realidad", agrega finalmente.

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