_
_
_
_
RELIGIÓN

El sínodo de los obispos decide adoptar un catecismo único para las iglesias de todo el mundo

Juan Arias

El sínodo extraordinario de obispos se clausuró ayer con un discurso del papa Juan Pablo II en el que se dice que dicho sínodo, "breve, pero suficiente" ha perfeccionado las normas del Concilio, se ha realizado "bajo el signo de la cruz" y ha profundizado en la naturaleza de la Iglesia "como misterio y comunión". La decisión de adoptar un catecismo único para las iglesias de todo el mundo es uno de los frutos más espectaculares de este sínodo extraordinario, que hoy culmina con una solemne ceremonia en la basílica de San Pedro.

Más información
Suquía firmó un documento que desconocía Diaz Merchán

Tanto en el discurso del Papa, como en el mensaje enviado por el sínodo a los cristianos (Ad Christi fideles), como en el documento final aprobado ayer casi por unanimidad, y cuyo texto definitivo y oficial será entregado mañana a la opinión pública, la nota más destacada es la vuelta al concepto de Iglesia como misterio, es decir, a su sacralidad y sacramentalidad hasta el punto de que prácticamente ha desaparecido en este sínodo la referencia a la Iglesia con la expresión pueblo de Dios, que había caracterizado la novedad del Concilio Vaticano II. Por eso, un diario italiano titula la crónica de la conclusión del sínodo Réquiem por el pueblo de Dios.Según el Papa, el concepto que ha emanado de este sínodo es el de la Iglesia como "celebradora de los misterios de Cristo a la luz de la palabra de Dios para la salvación de los hombres", y ha añadido que del Concilio se deduce para los cristianos "una incitación a vivir cristianamente cada vez más estrechamente con los principios de la fe".

Juan Pablo II ha destacado mucho también en su discurso un deseo concreto del sínodo, que él ha hecho inmediatamente suyo, como es el de la publicación de "un catecismo compendio de toda la doctrina católica a la cual deberán referirse los otros catecismos de todas las iglesias particulares". Y va a ser éste seguramente el fruto más sustancioso e importante salido de este sínodo para la Iglesia conservadora, que tanto se había asustado en estos años del pluralismo suscitado por el Concilio. Dicho catecismo único para toda la Iglesia, que será redactado en Roma bajo la tutela de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, significa, para algunos observadores, el signo más evidente de la vuelta hacia atrás del espíritu del Concilio Vaticano II, que había alentado la creatividad de cada Iglesia local en la expresión de la fe acomodada a las diversas circunstancias del lugar y cultura.

Y junto con la vuelta al concepto de Iglesia "misterio", es decir, distinta y segregada de la otra parte de la humanidad, otra de las características anticonciliares que aparecen tanto en el mensaje como en el documento final de este sínodo es la concepción "pesimista" del mundo. Los padres sinodales no han sabido -por lo menos como aparece en los documentos oficiales finales- encontrar nada de bueno ni positivo que haya germinado en el mundo en estos 20 años. Todo lo ven bajo un signo negativo.

Ha desaparecido la idea conciliar de una Iglesia que comparte con los demás éxitos y derrotas y que, junto con todos los hombres, busca soluciones a los problemas y aliento para las nuevas conquistas.

El mensaje del sínodo a los creyentes afirma que "los males del mundo arrancan de una impotencia del mundo para dominar sus conquistas". Y propone como remedio "la alegría y la esperanza que nacen de Dios" y que ayudan a los hombres "a superar toda tristeza y toda angustia, ya que en esta tierra", subraya el mensaje, "ellos alzan los ojos a la ciudad celeste". Si el Vaticano Il había insistido sobre todo en los aspectos positivos de la historia, en este sínodo, según explican los padres en su mensaje, han fijado especialmente su reflexión "sobre la crisis actual de la humanidad y su drama". Y presentan las relaciones Iglesia-mundo, más que en clave de diálogo y de mutua y serena colaboración, desde una perspectiva de "desafío". Y en su mensaje precisan que estos desafios son de orden social, económico o político. Y a continuación citan todos los males del mundo: desde la falta de respeto por la vida y el desprecio por la familia, hasta la discriminación racial y la deuda exterior de los países pobres.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_