Nada cambiará en Honduras con las elecciones
Las elecciones presidenciales, parlamentarias y de alcaldes de mañana domingo despertaron en Honduras entusiasmo popular y movilizaron a las masas, pero los expertos sociales consideran que no supondrán cambios sustanciales en la situación del país, aquejado por la pobreza y la falta de sanidad y con presencia de grupos armados extanjeros en su territorio.
Se atribuye a un diplomático norteamericano la frase: "En Honduras hasta los ricos son pobres". El país ocupa -sólo superado por Haití- la cola del desarrollo en América Latina, y la miseria de la población ni siquiera llega para producir una oligarquía ostentosa y supermillonaria, como en la vecina Guatemala y en otros países latinoamericanos del área.Desde 1979 la economía ha tenido un crecimiento negativo, que sólo el año pasado quedó roto con un incremento del 2,8%, absolutamente insuficiente para mantener el nivel de vida. La consecuencia es un paro del 25% y una precaria situación sanitaria, que repercute fundamentalmente en las zonas rurales y sobre los niños. La desnutrición afecta a un 72,5% de la población infantil. Los expertos prevén que esta desnutrición permanente llevará a producir daños genéticos. El año pasado sólo un 41% de los niños entre uno y cuatro años fue atendido por un médico, y muchos mueren víctimas de enfermedades que sólo a principios de siglo causaban la muerte.
La economía, sostenida con alfileres, se mantiene en gran parte gracias a las aportaciones del exterior para compensar el déficit presupuestario. Esto hace que se acepte como un fatalismo la presencia norteamericana sin criticarla.
Uno de los dos candidatos con posibilidades de llegar a la presidencia, el liberal José Azcona, de 58 años, reflexionaba el pasado jueves en su casa sobre este punto y llegaba a la conclusión de que "los países desarrollados han estrangulado la economía de los países pequeños. Compran barato y venden caro, pero por lo menos Estados Unidos ayuda. Se lleva una gran parte, pero luego ayuda. No como otros".
Disuadir, a Nicaragua
El otro aspirante a presidente con posibilidades, el nacionalista Rafael Calleja, de 42 años, cree que la alianza con Estados Unidos beneficia a Honduras, porque sirve para disuadir sobre cualquier intento agresivo de la vecina Nicaragua, aunque considera que se deberían obtener beneficios mayores en la ayuda norteamericana.La situación estratégica de Honduras -que tiene fronteras con países tan conflictivos como Nicaragua, El Salvador y Guatemala- ha convertido a su territorio en una especie de portaviones norteamericano desde donde se puede operar militarmente en la zona.
La campaña electoral no ha dado respuesta a todos estos asuntos. Los candidatos los han escamoteado al país y se han limitado a hacer promesas que la realidad puede convertir en vanas: de que todo lo harán mejor y que traerán la salud, el trabajo y el bienestar para todos, pero sin piensan conseguirlo.
El papel del Ejército es otro de los tabúes que no han tocado los candidatos a presidente de Honduras. Las fuerzas armadas hondureñas son un auténtico Estado dentro del Estado y se rigen por sus propias leyes internas, que el Gobierno civil no se atreve a tocar. Ninguno de los candidatos presidenciales ha osado cometer la tentativa de suicidio político que supondría poner en tela de juicio la situación, de los militares.
El Ejército hondureño no es monolítico, y bullen dentro de él las diferentes líneas que se identifican con las promociones militares del Ejército de Tierra más próximas a los puestos de alto mando, actualmente la sexta y la quinta. El que hoy es jefe de Ias fuerzas armadas, el general de aviación Walter López, está considerado como un hombre de transición que llegó al poder para cubrir el vacío provocado por el derrocamiento de Gustavo Álvarez, el 31 de marzo de 1984.
Álvarez se había pasado en sus desafueros belicistas hacia Nicaragua, se había convertido en un hombre imprevisible, pero sobre todo había atentado contra los principios fundamentales de organización del Ejército hondureño al pretender implantar un sistema de verticalidad absoluta en el mando. El Ejército hondureño se precia de ser un Ejército parlamentario, donde la toma de decisiones internas se realiza con consultas entre todos los mandos, especialmente en el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, que es una especie de Parlamento militar, donde figuran integrantes con rango de teniente coronel por lo menos.
Un perfil diferente
La quinta promoción del Ejército de Tierra manda actualmente en los batallones, pero detrás viene la sexta, unas dos docenas de, tenientes coroneles a los que se atribuye un perfil diferente. El papel predominante de las fuerzas armadas hace que él interés de los expertos en las ciencias sociales se centre más bien en el análisis de los posibles cambios de mentalidad de las generaciones de oficiales que de las ofertas políticas de los políticos civiles.A la sexta generación, que llegará a los puestos de mando en los próximos años, se le dan como notas características la de ser oficiales nacionalistas y reformistas, que consideran que la forma mejor de salvaguardar al país es a través del desarrollo económico y la justicia social.
Se cita la frase de uno de sus oficiales más destacados: "El campesino que mejor defiende la tierra es el que la posee". Son militares rabiosamente antisalvadoreños, y sin perjuicio de su anticomunismo no quieren la guerra con Nicaragua. Son aliados de Estados Unidos "pero no lacayos".
Hasta la llegada de estos hombres a la cúpula militar de mando todavía transcurrirá algún tiempo. La Embajada de Estados Unidos ya ha iniciado previsoramente la tarea de cooptación de estos mandos, y hasta entonces las delicias del poder y las posibilidades que para un militar en Honduras ofrece la corrupción podrían dar al traste con las esperanzas de los que creen que sólo el Ejército tiene la capacidad de promover un cambio real para el país.
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