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Tribuna:PRESENTE Y FUTURO DEL SISTEMA FINANCIERO / 1
Tribuna
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La banca española, más innovadora y menos rentable

Hace cinco años participé en un coloquio que con el título Presente y futuro del sistema financiero se celebró en Madrid. Mi presencia en otra edición de, aquél me ha llevado a esbozar unas ideas sobre el cambio de fisonomía que presenta la banca a finales de 1985 con relación a 1980, y también sobre la respuesta de la banca ante el cambio. Estas líneas recogen mis reflexiones sobre el primero de los puntos. ¿Qué es lo que ha cambiado desde el año 1980 hasta hoy?

En mi opinión, la banca es hoy más innovadora, pero menos rentable; más competitiva y, por tanto, con más oportunidades, pero también más arriesgada; más transparente y menos homogénea; más profesional y menos hegemónica. Veamos lo que esto significa.

El período que consideramos ha sido pródigo en innovaciones. Han aparecido nuevos productos específicos de este país y también ha habido adaptaciones al mercado español de otros ya vigentes en mercados más avanzados. Además, la innovación seguirá siendo un rasgo en los próximos años, porque las causas que la empujan van a seguir estando presentes en nuestro sistema financiero.

Van Horne enumera, en un reciente artículo en Journal of Finance, los motivos principales que han desencadenado las iniciativas innovadoras. Como tales identifica la volatilidad de las tasas de inflación y de los tipos de interés, los cambios en la regulación y la circunvalación de los mismos, los cambios fiscales, los avances tecnológicos, el nivel de actividad económica y el trabajo académico.

Globos y burbujas

Van Horne, sin embargo,. es crítico respecto a algunas de las innovaciones y pide que se distinga entre las que son auténticas y lo que él llama "globos y burbujas". De hecho, sólo hay una auténtica innovación cuando se reducen los costes de transformación o cuando se completa la oferta de servicios financieros con productos anteriormente inexistentes.

En el caso español, los nuevos productos responden a los estímulos de Van Horne. Aunque quizá los ligados a la circunvalación de disposiciones regulatorias y física les han sido más notables y lo pue den seguir siendo en el futuro. Dos ejemplos: la nueva ley de Activos Financieros -en la medida que se demostrase que no es realista podría dar lugar a nuevos productos para rodearla. Y los coeficientes de garantía establecidos para las instituciones crediticias han producido ya innovaciones en otros países y lo harán también en el sistema financiero español.

Por otra parte, la banca es hoy menos rentable. Si analizamos la evolución del margen de explotación o del cash flow sobre activos, se observa una tendencia de descenso desde 1980. Esta tendencia de fondo a la disminución de la rentabilidad se debe al impacto de las fuerzas dominantes en una situación competitiva: la entrada de nuevos competidores, la comercialización de nuevos productos con márgenes más estrechos, o la mejor información y fuerza negociadora de los clientes, tanto de los proveedores como de los utilizadores de fondos.

Esta tendencia tiene repuntes como consecuencia de discontinuidades o sacudidas exógenas que son aprovechadas por la banca. Utilizando terminología de los economistas, podríamos distinguir movimientos a lo. largo de la curva y desplazamientos de la curva. La rentabilidad a lo largo de la curva es decreciente, pero periódicamente se producen desplazamientos de la misma como consecuencia de lo que hemos llamado sacudidas exógenas.

Estas sacudidas, en mi opinión, se producen por cambios tecnológicos y, sobre todo, en el caso de la banca, por cambios fundamentales en el tratamiento de los servicios financieros que originan oleadas de indefinición, incertidumbre o ignorancia, y que son aprovechadas transitoriamente por el si9tema financiero.

Quiero, en cualquier caso, parecer muy optimista, porque estas sacudidas exógenas pueden cambiar de signo y lo cierto es que, aun siendo favorables, son cada vez menos duraderas.

Ha de reconocerse, igualmente, que la banca española es hoy más competitiva. Las puertas del mercado de servicios financieros se están abriendo de par en par a la entrada de nuevos competidores. La desregulación española ha sido notable en el desmontaje de barreras, en la creación de nuevos intermediarios y en la importación de instituciones bancarias internacionales. La misma actitud competitiva de la banca española, igualmente, ha sido muy fuerte.

Ocurre también que los nuevos competidores son instituciones que empiezan de cero, y ello les permite elegir un nicho en el mercado y moverse con mayor flexibilidad, aprovechando sus ventajas comparativas. Sus balances, sus gastos de estructura y_la aritmética de sus cuentas de resultados son sustancialmente diferentes a los de la banca tradicional, y ello multiplica su impacto competitivo.

La banca es hoy más arriesgada. Todos los negocios corren riesgos, y la banca como negocio corre los mismos de cualquier empresa. Hay, sin embargo, tres tipos de riesgo que son específicos de la banca: el riesgo del crédito, el de liquidez y 91 de intereses. Y los tres se han modificado en los últimos cinco años.

El riesgo del crédito doméstico aumentó alarmantemente en los comienzos del último quinquenio, pero la impresión es que ha mejorado en el último año. En lo relativo al riesgo internacional, la situación produce cierta perplejidad, y si se siguen las declaraciones de políticos y banqueros internacionales, uno no sabe si esto va a mejor, si va a peor o si nunca ha existido el problema.

En cuanto al riesgo de liquidez, antes los mercados eran estrechos y los desajustes de liquidez tendían a ser transitorios. Hoy, los porcentajes de financiación a través de mercados mayoristas son o pueden ser significativos. Cierto es que los mercados son más amplios, que se ha perfeccionado su funcionamiento y que, por tanto, una situación de déficit permanente es una situación normal. Pero el riesgo de liquidez puede producirse en una medida que no existía antes. Un dato importante a destacar es el aumento de los límites de créditos no dispuestos que se ha producido a lo largo de los dos últimos años como consecuencia de la fuerte competencia de oferta.

Finalmente se define como riesgo importante el riesgo de intereses, riesgo que era pequeño y, sobre todo, estaba estabilizado. En la esencia de la banca está la transformación de intereses. Pero cuando los tipos son volátiles y las oportunidades de ganar o perder grandes, el riesgo de intereses adquiere una dimensión desconocida. Algunos bancos americanos opinan que el riesgo de intereses supera ya al riesgo crediticio.

En cuanto a la transparencia, los estándares de la gran banca española no sólo han mejorado, sino que son los más altos entre las instituciones nacionales y se comparan a un nivel también alto con los de la banca internacional. De hecho, en el ranking de transparencia informativa que el colectivo de periodistas económicos españoles establece anualmente para todo tipo de instituciones siempre figuran tres o cuatro bancos entre los cinco primeros lugares de la clasificación.

Esta mejora se debe, en una parte, a la iniciativa de algunos bancos pioneros que pensaron que la transparencia era la mejor cura para combatir el oscurantismo atribuido a la banca y, sin duda alguna, también al empuje del Banco de España en la extensión de las prácticas, de auditoría y en la mejora de las normas contables y de regulación prudencial.

La banca es hoy menos homogénea. Es obvio que la caída de barreras para actuar en el mercado y la entrada de nuevos competidores producen estrategias de actuación totalmente diferentes a las tradicionales. Pero también las respuestas de los grandes bancos ante los cambios habidos en los últimos años han sido diferentes, y de ello se ha derivado una mayor dispersión entre instituciones que antes eran muy homogéneas.

La banca, finalmente, es hoy más profesional y menos hegemónica. Se han enterrado, y creo que definitivamente, aquellas referencias a la banca como poder fáctico. Se ha extendido, en cambio, la idea de la profesionalidad. La evolución política española ha ido madurando las instituciones, y como la banca, según nuestra Constitución, no está en el organigrama del Estado, no debe preocuparse nada más que de cumplir su oficio.

Además, la posición de los bancos ante sus accionistas, que son los propietarios de la empresa, se está modificando progresivamente. Si la estrategia anterior dominante en este terreno era la estrategia de la imagen y de la autocartera, hoy día el accionista más institucional y más profesionalizado investiga y valora la realidad de la empresa y sus balances.

Cambios cuantitativos

Todos estos cambios se reflejan en los activos y pasivos bancarios y han producido, en consecuencia, cambios cuantitativos.

Observando la estructura de los balances de los bancos hoy y la de hace cinco años, podemos apreciar la disminución progresiva e irreversible de las cuentas de pasivo a bajo coste; el sustancial aumento de los activos de coeficiente menos rentables y a precios de no mercado, la reducción de la cartera de efectos comerciales, la importancia de las operaciones a tipo variable, el incremento de las cuentas de mercado interbancario y la importancia de los Pagarés del Tesoro y otros títulos de renta fija en las carteras de los bancos.

Pero no sólo ha cambiado la estructura del balance bancario. También su dinámica es diferente, y ello en varios sentidos. En primer lugar, la banca tradicional ha cambiado su enfoque comercial, casi exclusivamente orientado durante muchos años a la captación de depósitos, y ha desplazado su preocupación hacia un marketing de activo que busca volumen, sin olvidar solvencia y precio. El marketing tradicional de pasivo se orienta ahora no hacia el volumen, sino hacia el coste de los depósitos.

Además, los volúmenes de las nuevas operaciones bancarias pueden alterar, a corto plazo, la composición del balance de los bancos en magnitudes superiores a lo que antes suponía el crecimiento normal de una institución durante un año. El peso creciente del mercado monetario en los balances bancarios, junto a los mayores plazos en instrumentos monetarios muy líquidos (18 meses en los pagarés del Tesoro), hacen que las posibilidades de llevar una política activa de activos y pasivos sean ya hoy muy importantes.

Riesgo de intereses

En tercer lugar, estos cambios coexisten y se producen con fuertes variaciones de los tipos de interés, dando lugar al llamado riesgo de intereses o, dicho de otra forma, al riesgo de aprovechar los distintos plazos de los activos y pasivos para obtener una ventaja de la evolución de los tipos de interés.

Así, la composición, por plazos y tipos, de inversiones a clientes y depósitos de acreedores, reflejaba un riesgo de intereses alto en los balances de hace unos años. Riesgo quizá superior al actual medido en términos de gap de activos y pasivos reajustables en el precio, pero también riesgo estabilizado o durmiente, en la medida en que la volatilidad de tipos era muy baja. Además no cabían comportamientos diferenciados de las entidades: la estructura de los balances era muy similar en todas ellas y se movía lentamente. Hoy día, la volatilidad de tipos es grande. De ahí que el riesgo de intereses haya crecido notablemente y, sobre todo, que el mantenido por una entidad individual pueda ser muy distinto al del conjunto.

Y hasta aquí la descripción de los cambios en la banca, que debe completarse con una referencia, siquiera breve, a un cuadro más general de los flujos financieros y a la actuación del resto de las instituciones que conforman el sistema.

No puede olvidarse, por tanto, que en los últimos años las cajas y la banca extranjera han logrado aumentos muy notables de su cuota de mercado; que la desintermediación vía pagarés de empresa y obligaciones ha tenido también un desarrollo espectacular; que un producto atípico de intermediación, los pagarés del Tesoro, acapara un 50% del crecimiento, en 1985, de los activos líquidos en manos del público, y finalmente, que también el aumento de la autofinanciación empresarial, consecuencia de la mejora de los excedentes de explotación, constituye desintermediación. Ante la mutación producida de 1980 a 1985 en la situación de mercado y de competencia de la banca comercial, ésta está reaccionando. ¿En qué línea debe producirse esta reacción? En la segunda parte de este artículo trataré de ofrecer una respuesta.

Pedro Toledo es vicepresidente y consejero delegado del Banco de Vizcaya.

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