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ELECCIONES AL PARLAMENTO GALLEGO

La izquierda nacionalista afronta con imaginación su escasez de recursos

Jamás ejército tan disciplinado y aguerrido recorrió la geografía gallega como las huestes del Bloque Nacionalista Galego (BNG). Ni la escasez de recursos económicos, ni sus propios errores tácticos, ni tan siquiera el alcalde de Vigo, con sus particulares interpretaciones de la libertad de expresión, hacen mella en la moral del Bloque.

Conocedores de las costumbres del hombre gallego del campo y del mar, sus militantes acuden al anochecer a la taberna de cada aldea, donde, generalmente, se reúnen los paisanos para jugar a las cartas o, simplemente, charlar. Allí explican su programa y proponen soluciones a casos concretos. Con un poco de fervor militante y unas pesetas para gasolina, el BNG consigue, de este modo, casi tanto como los tres grandes partidos que derrochan hasta la provocación en carteles, globos, caramelos, folletos, vallas...

Para los nacionalistas del Partido Socialista Galego-Esquerda Galega (PSG-EG), la campaña pivota sobre la proyección de su candidato a la presidencia de la Xunta, Camilo Nogueira Román, uno de los parlamentarios más conocidos en Galícia y uno de los candidatos con mejor imagen.

El PSG-EG cuenta únicamente con 10 millones para presentar su mensaje, de forma que la militancia, no mucha pero imaginativa, ha tenido que trabajar de firme. Un experto en diseño, Manuel Janeiro, ha puesto a punto vallas y carteles en blanco y negro con la imagen de Camilo Nogueira y su aire moderno y deportivo.

La división comunista

El rechazo mutuo entre Gerardo Iglesias (que apoya al PCG-PCE-y Santiago Carrillo (inspirador del PCGmr) es el fiel reflejo de lo que ocurre en Galícia entre sus respectivas formaciones políticas, que concurren por separado a estas elecciones.La división es tan ciega que está dando lugar a algo insólito: los comunistas hacen campaña contra quienes hasta hace poco eran sus compañeros. Los dos sectores se declaran el auténtico partido comunista de Galicia, y los dos piden la unidad, pero unos atacan los símbolos del otro.

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