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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una estrella fugaz

Una joven actriz norteamericana llamada Eleanor Parker, que comenzaba por entonces a escalar alturas en los grandes repartos de los estudios Warner en Hollywood, pero que en Europa era prácticamente una desconocida, asombró en el festival de Venecia de 1950 a críticos, espectadores y jurados de un certamen que por entonces era el más prestigioso del mundo. La desconocida actriz actuaba en un extraño filme titulado Caged (Encerrada), que al año siguiente tradujeron aquí con un banal, sentencioso y moralista Sin remisión, y barrió las imágenes de sus contrincantes.Suyo, también sin remisión, fue el premio de interpretación femenina. La calidad e intensidad de su interpretación es estremecedora. Posee unas extrañas tonalidades patéticas, muy singulares, que chocaron con las habituales jergas del sentimentalismo estereotipado que era norma en los melodramas norteamericanos de aquella época. Era otra manera de actuar, la de Eleanor Parker. Parecía estar en trance permanente, como si actuase en carne viva, sin darse reposo a sí misma, como una marioneta movida por invisibles hilos eléctricos. No hace falta decir que, aunque fuese barajado para ellos, su nombre no apareció en la lista de los Oscar de ese año.

La película Caged o Sin remisión es una mescolanza de tres tradiciones genéricas de Hollywood, que precisamente los estudios Warner habían cultivado cada una por separado con esmero: el claustrofóbico drama carcelario, el melodrama en forma de duo entre una mujer malvada y otra inocente y algunos rincones del esquema del cine negro más ortodoxo, ya explorados en memorables filmes como Veinte mil años en Sing Sing y, sobre todo, en aquella formidable obra maestra del género titulada Al rojo vivo, de Raoul Walsh.

Comenzar por arriba

Por un milagro de tensión en la puesta en escena de John Cromwell, esta peligrosa mescolanza no derivó hacia un filme híbrido, sino que, por el contrario, dió lugar a una película interiormente muy sólida, con los dispersos ingredientes perfectamente engarzados, unitaria y de especie única.Sin remisión fue varias veces imitada posteriormente, a causa de su inesperado éxito, pero se trataba en realidad de una película irrepetible, sobre todo a causa del pasajero estado de gracia en que la ejecutaron sus actrices, comenzando por Eleanor Parker, que nunca en su carrera posterior superó esta altura de arranque, lo que lastró con una cota insuperable en las espaldas sus ambiciones de ir cada vez más arriba. En realidad, la actriz fue lógicamente cada vez más hacia abajo. Su paso por la cumbre fue así de admirable, pero también así de fugaz.

Un año después, William Wyler -que era amigo de subirse a trenes en marcha- hizo actuar a la actriz en Brigada 21, dentro del mismo registro con que hizo vibrar a las pantallas donde se proyectó Sin remisión. Pero el juego era forzado y Eleanor Parker se repitió a sí misma en un autoplagio sin salida. Más tarde actuó en otras brillantes películas, como Scaramouche, de Sidney; Millonario de ilusiones, de Capra; Con él llegó el escándalo, de Minnelli; Fort Bravo, de Sturgess y Un rey para cuatro reinas, de Walsh, entre muchas.

Todas ellas fueron escalones de oro, sin duda, pero de una escalera que conducía hacia abajo, hacia el olvido, que poco a poco fue envolviendo a esta formidable actriz de una sola película.

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