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Intento de suicidio de una estrella del rugby argentino inculpada de secuestro

Uno de los jugadores más importantes del rugby argentino, Alejandro Rafael Puccio, estrella del Club Atlético San Isidro (CASI), el campeón de la temporada, y también figura de la selección nacional (Los Pumas), permanece internado en grave estado desde el viernes por la mañana, cuando intentó suicidarse. Puccio se encontraba detenido desde agosto, cuando fue acusado, junto con toda su familia, del secuestro de la empresaria Nélida Bovini de Prado, rescatada con vida del sótano de los Puccio.

La investigación, orientada en principio hacia su padre, Arquímedes Puccio, ex diplomático y ex miembro de un servicio de espionaje, y su hermano Daniel, probó finalmente la participación del jugador Alejandro, de 26 años, y también de su madre, Epifanía Ángeles Calvo de Puccio, su hermana Silvia y Mónica Souvick, novia de su hermano Daniel.Hace dos semanas, Alejandro intentó ahorcarse con su jersei, pero la guardia de la cárcel actuó a tiempo. Pocos días después, le confesó a su abogado, Florencio Varela, padre de un compañero suyo en el CASI, que se estaba volviendo loco por la persecución policial. Todas sus comunicaciones eran intervenidas y uno de sus compañeros en la celda era un agente que simulaba ser un delincuente.

Alejandro fue trasladado en un camión de seguridad hasta el subsuelo del Palacio de los tribunales y desde allí, en el ascensor para detenidos, al quinto piso. Al llegar al pasillo del mismo, con las manos esposadas por delante, empujó a uno de los dos vigilantes, saltó sobre la balaustrada de una ventana y se arrojó al vacío. Su cuerpo golpeó con tremenda fuerza en el techo de un quiosco.

El público que a esa hora colmaba las oficinas y juzgados corrió espantado, entre gritos, por lo que creían era la explosión de una bomba. El médico de guardia colocó una inyección calmante en el cuerpo inconsciente, un policía cortó las esposas y 15 minutos después los bomberos retiraron su cuerpo agonizante. Los primeros partes médicos reservaron el pronóstico ante la gravedad de su estado y las múltiples fracturas.

El exclusivo mundillo del rugby argentino, reducido casi al límite del barrio de San Isidro -unos 30 kilómetros al norte del centro de Buenos A¡res-, donde residen las tradicionales familias de la oligarquía porteña, fue conmovido por este hecho policial inédito en su historia.

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