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Los jóvenes consideran "una oportunidad única" el aprovechamiento del inmueble abandonado en Lavapiés

Tras cinco días de ocupación, son ya más de 30 los jóvenes reunidos permanentemente en el edificio abandonado de tres plantas de la calle del Amparo, 83, en el populoso barrio de Lavapiés (distrito de Centro). Casi acabadas las labores de desescombro, empiezan a pensar que tienen "una oportunidad única para crear un espacio cultural y alternativo, donde tengan cabida todo tipo de movidas". Mientras tanto, los vecinos reaccionan entre la desconfianza y la ayuda desinteresada. La poIicía, según fuentes de la Comunidad de Madrid, no piensa actuar mientras no se produzca una orden judicial.

Javier, el Pirata, se queja del tratamiento que les ha dado "una parte de la Prensa". A sus 20 años, Javier es consciente de que sus ropas oscuras, la cresta que recorre su cabeza semiafeitada y la cadena que pende de sus pantalones le delatan. "La gente", confiesa, "se deja llevar por mi aspecto y el de otros colegas que están en esta historia, y nos identifican con la droga y otros malos rollos"."No tenemos etiquetas", puntualiza José Luis, un joven que viste vaqueros y un impermeable azul. "Somos un grupo de gente heterogénea, entre los 16 y los 25 años, que venimos de distintas partes de Madrid, sobre todo de la periferia. El que entre nosotros haya punkies no quiere decir nada; son gente con las mismas ilusiones y ganas de hacer cosas".

Son las tres de la tarde, y después de una atartada mañana los jóvenes se reúnen a comer en una amplia sala de la planta baja del edificio. Cerca de la entrada se apiñan las maderas y escombros que han ido acumulando después de limpiar gran parte de las tres plantas de que consta el edificio, que hasta hace 15 años albergó un economato del servicio de abastos de industrias eléctricas.

Vigilar desde lejos

El comentario general en la tarde de ayer era la asamblea de las nueve de la noche: "Vamos a presentar un pequeño estudio de cómo se puede sacar provecho al edificio y a debatir otros asuntos generales, entre ellos el de cómo reaccionar en el caso de que la madera venga a desalojarnos". "Ya estuvieron aquí el viernes por la mañana", puntualiza José Luis, "después de la denuncia de un vecino. Pasamos unos momentos de tensión, pero no hubo forcejeos ni amagos de violencia. Nos pidieron los carnés a las 15 personas que estábamos en el interior del edificio y después se fueron. De cuando en cuando aparece una patrulla y nos vigila desde lejos". Fuentes de la Comunidad de Madrid señalaron ayer que no se procederá a desalojar la vivienda mientras no se produzca una orden judicial en este sentido. Por otra parte, fuentes municipales negaron que el Ayuntamiento haya sugerido al vecindario que adopten medidas de seguridad en locales vacíos.A sus 19 años, Félix está a punto de ir a la mili. "Sorteo dentro de dos días. ¡Ojalá salga excedente de cupo!". "Mi estética punkie", confiesa, "me ha supuesto más de un problema, aunque me llevo muy bien con mis padres y vivo con ellos en San Cristóbal delos Ángeles". Félix mira ilusionado la amplia nave de más de 300 metros cuadrados y siete metros de altura en la planta baja. "Éste sería el lugar ideal para llevar a la práctica mis planes. Llevo mucho tiempo escribiendo guiones, ensayando con mi grupo de teatro y actuando ocasionalmente como extra en alguna película". El pasado viernes salí en el ún, dos, tres... con un grupo de colegas".

Félix, Jaime, Chono..., son unos de tantos que tocan en un grupo musical, pero que carecen de local para ensayar. Chono, de 18 años, toca "el bidón con una cadena" en el grupo Llenos de Rabia. "Sólo hacemos ruido", dice, "pero ruido bonito".

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Tomás, que se incorporó ayer, afirma que ha venido "para ver si su experiencia puede ser de alguna utilidad". "Trabajé durante dos años en una cooperativa de jardineros pero todo se vino abajo por falta de apoyo institucional".

"Yo lo único que sé", comenta el propietario de un bar cercano al edificio, "es que cuando vienen aquí a tomar algo pagan normalniente". "Mire usted", añade un vecino, "conmigo no se meten; ellos me respetan a mí y yo les respeto. Más vale que aprovechen ese edificio si va a seguir abandonado. Están en su derecho".

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