El Vaticano establece sus 'nuevos pecados' sexuales
Las modernas técnicas de fecundación y la institucionalización de una nueva moral sexual preocupan seriamente a la jerarquía eclesiástica. El ultimo Sínodo de los Obispos, celebrado en otoño de 1984, constató que "el sentido del pecado se ha perdido en el mundo moderno" y elaboró un catálogo de nuevos pecados clasificados en tres categorías (hasta el presente, los pecados se dividían en veniales y mortales): leves, graves y muy graves. Pero esta división es meramente aproximada, ya que, según indican los mismos prelados, toda conducta debe ser juzgada en función de otros tres criterios: su aspecto material, la consciencia de cometer un mal y el consentimiento deliberado.El franciscano Gino Concetti, moralista de L'Osservatore Romano, ha declarado a la agencia AFP que el concepto de nuevo pecado sólo tiene "un valor relativo". La cohabitación de parejas jóvenes sin casarse, estilo de vida que la exhortación apostólica Familiaris Consortio reprueba como irregular, es un fenómeno que merece comprensión por parte de Gino Concetti, quien asegura: "La Iglesia tiene en cuenta las razones económicas o psicológicas que llevan a las parejas a rechazar el matrimonio institucional".
Los métodos de fecundación plantean problemas más complejos. "Como sacerdote, me alegro de que nazca. un bebé probeta", declaró el cardenal Luciani; también lo hizo Juan Pablo I, cuando se produjo el primer nacimiento de este tipo, pero hizo notar que tal procedimiento era contrario al magisterio de la Iglesia. Actualmente, tal criterio ha evolucionado y al menos la Iglesia de Inglaterra admite que esta práctica puede ser aceptada cuando se trata del esperma y el óvulo de una pareja casada.
El principio bíblico fundamental es la unión moral y física de la pareja casada, que forma "una sola carne". Para la Iglesia, el orden moral se identifica con el orden biológico. Así, la implantación en el útero de un óvulo fecundado por el semen del marido sería aceptable para la moral cristiana. Por el contrario, toda manipulación o utilización de material genético al margen de la pareja sería condenable. Los bancos de semen, en pleno auge en Italia, y los futuros bancos de óvulos fecundados y congelados son reprobados.
En el terreno de la anticoncepción, la píldora sigue prohibida. Pero la Iglesia admitiría, según Concetti, un método perfeccionado que determine los días fértiles de la mujer.
Los ficheros informáticos con los que cuenta el Estado moderno para controlar a los ciudadanos no suponen una transgresión moral, según Concetti, porque son medios al servicio del bien común. Pero los dirigentes de un Estado policial que utilizaran tales ficheros con fines represivos, sin duda estarían en pecado mortal.
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