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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una reunión obligada

LA REUNIÓN del Comité Político Consultivo del Pacto de Varsovia, que acaba de celebrarse en Sofía con la participación de los máximos líderes del bloque socialista, era una necesidad ineludible para Mijail Gorbachov desde que asumió el cargo de secretario general del PCUS. La última reunión de ese género tuvo lugar en Praga, en enero de 083, durante el corto liderazgo de Andropov, es decir, hace casi tres años. La enfermedad de Chernenko obligo a anular otra cumbre que estaba ya convocada a principios de este año. El encuentro que tuvo lugar en Varsovia en abril de 1985. para cumplir la formalidad de renovación del Pacto de Varsovia fue breve, con carácter extraordinario, y se celebró en un momento de imprecisión aún sobre los proyectos del nuevo secretario general. Estaba, pues, pendiente una reunión del órgano de máxima autoridad del Pacto de Varsovia; de haber. perdurado el aplazamiento hubiesen podido surgir dudas razonables sobre si ese órgano seguiría funcionando. Por otro lado, en vísperas del encuentro en Ginebra, los próximos 19 y 20 de noviembre, de Ronald Reagan y Mijail Gorbachov, éste tiene una necesidad política de presentarse ante su interlocutor como el dirigente indiscutible, no ya de la Unión Soviética, sino del Pacto de Varsovia en su conjunto. Por eso el contenido de la cumbre de Soila se caracteriza principalmente por el respaldo casi literal dado a las propuestas que Gorbachov formuló durante su visita a París; pocas ideas nuevas hay en el comunicado aprobado; a lo sumo, la repetición de algunas propuestas ya antiguas, como la de una renuncia de ambos bloques al uso de la fuerza, ya formulada en 1983.Las consideraciones anteriores indican que no se puede establecer un paralelismo superficial entre la cumbre de Sofía y la que Reagan ha cionvocado en Nueva York. Pero conviene agregar aspectos de mayor profundidad: es obvio que la actitud de los Gobiernos europeos de la OTAN significa una presión fuerte sobre el presidente norteamericano en el sentido de que haga los máximos esfuerzos para llegar a un entendimiento con la URSS, En términos generales, y por razones obvias, Europa tiene una actitud más abierta que la de EE UU antelas últimas propuestas de Gorbachov. En cambio, la relación de éste con los otros dirigentes del Pacto de Varsovia es muy diferente; y no se trata sólo de que el grado de dependencia sea mucho mayor.

Ha causado sorpresa en muchos círculos la relativa rapidez con la que Gorbachov ha renovado, con personas más o menos de su gdneración, todos los puestos decisivos de la dirección de la URSS. Ptiestos cláves del partido, el jefe del Gobierno, el jefe de la diplomacia¡ el jefe de la planificación, sin hablar de muchos puestos"en btros escalones. Sin embargo, la corriente reformista que se ha sentido en los últuinos mese s en Moscú no ha trascendido aún a los países satélites. Desde un Husak que debe su cargo a intervención de las tropas soviéticas, un Jaruzelski que ante la descomposición del partido necesita apoyarse en el Ejército para mantenerse en el poder, los dirigentes del Pacto de Varsovia son, en general representantes muy característicos de la larga etapa brezneviana de congelación burocrática y represiva. Quizá la excepcion sea Kadar, que ha sabido conservar en Hungría una mayor flexibilidad.

Que Gromiko haya acompañado a Gorbachov no era una exigencia del protocolo; sin duda al nuevo dirigente le convenía, en ese.ambiente, la presencia y el respaldo de la figura más representativa del viejo equipo.

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La necesidad de Mijail Gorbachov de dar prioridad a la apertura hacia Occidente, incluso por consideraciones internas de la URSS, le empuja,con toda probabilidad, a no facilitar de momento ningún aflojamiento de los lazos dentro del Pacto dé Varsovia. El renovadores él, y sólo él; que los otros esperen, al menos en una primera etapa. El recuerdode lo ocurrido cuando la denuncia del estalinismo por Jruschov, cuando a los pocos meses surgieron, no ya reformas, sino levantamientos en Alemania Oriental, Polonia, y sobre, todo Hungria, perdura en determinados círculos. soviéticos. Gorbachov no puede permitirse, sobre todo ante los sectores conservadores del aparato soviético, con los que tiene que contar, dar la impresion, por mínima que sea, de que pueden producirse fenómenos centrífugos en el bloque socialista. Sería muy exagerado deducir de lo anterior que el Pacto de Varsovia es una rémora para los propósitos renovadores que se manifiestan hoy en el Kremlin. El deseo de una distensión con Occidente tiene que ser fuerte en todos los países de dicho pacto,aunque sólo sea por obvias razones económicas. Pero los estímulos hacia una actitud más abierta y negociadora no le vienen hoy a Gorbachov de sus aliados socialistas.

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