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El programa de la oposición: desnacionalizar

LE FIGAROEl informe Loyrette no compromete de ninguna forma a las formaciones políticas de la oposición. Tiene, sin embargo, el gran mérito de plantear, con competencia y claridad, uno de los primeros problemas que debería resolver la oposición victoriosa.Los franceses han aceptado las nacionalizaciones sin dificultades. ¿Por qué razón espantarse?, pensaban en 1981. Después de los ferrocarriles en 1937, la Francia liberada había naciónalizado, en 1945, bancos, compañías de seguros, industrias, servicios públicos. No estaba muerta ni colectivizada.

El pueblo francés no ha querido nunca al empresario; nunca ha admitido la libertad empresarial en toda la amplitud de sus consecuencias. Era colbertista antes de Colbert, y lo sigue siendo después de su muerte. El discurso socialista supo hacer vibrar la cuerda patriótica. Para que nuestra industria deje de ser devorada por las multinacionales debería nacionalizarse. Y además, nacionalizar no es estatalizar. El Estado es impopular; la nación, popular. La fórmula agradó, aunque no ocultase ninguna realidad. Las nacionalizaciones eran urgentes, hasta el extremo de que no podían esperar una semana. Ellas permitirían crear empleo, conquistar mercados, impulsar las pequeñas y medianas empresas. En cuatro años, de todo eso, ¿qué ha sucedido? Nada, absolutamente nada. No han sabido ni podido. llegar a ser un laboratorio social. Han hecho vacilar los equilibrios ya frágiles del mundo industrial. Han sido tan caras que el Estado ha contraído deudas para pagarlas. Han creado un sector no verdaderamente público, sino privilegiado.

, 22 de octubre

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