La otra cara del balance
Al discurso lleno de autosatisfacción del presidente del Gobierno sucedió una intervención del señor Fraga, cuya carga de contradicciones era tal que muy pocos reconocerían, incluso ideológicamente, su contenido.No se puede acusar al Gobierno de falta de determinación en la lucha contra el déficit público para unirse a continuación a las reivindicaciones de los sindicatos en favor del aumento de pensiones. O lo uno o lo otro, pero no los dos a la vez. No son éstas, precisamente, las bases sobre las que puede reposar la credibilidad de una eventual alternativa de poder.
Pero el fondo del problema no está ahí. La tesis oficial, una vez relegado al rincón de los recuerdos los 800.000 puestos de trabajo, es que hay que perseverar en el ajuste, que no hay política alternativa y que, antes o después, veremos los frutos del esfuerzo. Se trata de un mensaje de sacrificio y rigor al que sin duda no es ajeno el reciente descubrimiento de que la austeridad produce más dividendos electorales que la alegría expansionista.
Así las cosas, cabe interrogarse sobre la pertinencia del balance del último año en dos aspectos fundamentales: el déficit público y la concertación social.
Una simple ojeada al boletín del Banco de Espada nos muestra que en el período que va desde enero hasta agosto (que es el último mes para el que existe información disponible) la necesidad de endeudamiento total del sector público superaba este año a la correspondiente de 1984, a pesar de que el año pasado se habían contabilizado ya los 440.000 millones de Rumasa.
Lo cual equivale a decir que, de mantenerse las tendencias actuales, el déficit público superará este año al registrado en 1984, que fue de más de dos billones de pesetas.
El que los intereses de la deuda pública representen una parte creciente de los gastos del Estado no puede servir de argumento exculpatorio.
El AES está muerto
Baste recordar a este respecto que más de la mitad de los intereses corresponden a deuda emitida durante el mandato socialista y *que, en el período anterior, cuando estaban en la oposición, reclamaron con insistencia el aumento de los gastos del Estado, Regando incluso a afirmar que no había que temer al déficit. Es loable la reconversión actual, como lo son los esfuerzos por contenerla; pero no tanto como para transformar en disminución lo que no es otra cosa que un aumento.
En cuanto a la concertación social, el balance dista mucho de ser positivo. El AES está muerto y no será fácil resucitarlo.
Las difíciles y distantes relaciones con UGT derivan en parte de enfrentamientos basados en problemas económicos reales, como el de las pensiones, pero también, y fundamentalmente, de una cierta propensión a considerar a los sindicalistas como los aguafiestas del disfrute del poder. Es muy difícil que acepten de buena gana sacrificios si previamente se les niega el pan y la sal del reconocimiento como interlocutores sociales.
Cifras seleccionadas
Algo parecido ocurre con los empresarios: la exclusión de la CEOE como tal de actos tan significativos como la visita de Reagan o el viaje del presidente del Gobierno a China reflejan una concepción autoritaria de la política que está reñida no sólo con los principios que constantemente se advocan, sino con la simple funcionalidad del sistema.
Es cierto que el Gobierno ha conseguido logros importantes en algunas materias, por lo demás ampliamente glosados en el discurso del presidente del Gobierno.
Pero no habría estado de más olvidar unos instantes la autosatisfacción tecnocrática y explorar estos otros terrenos del balance donde cuentan más la actitud y las preocupaciones de los hombres que la euforia pasajera que puedan proporcionar unas cifras cuidadosa y parcialmente seleccionadas.
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