La conquista de América
Don Francisco Alburquerque Llorens, profesor de historia de la universidad Complutense, posee unas estadísticas muy precisas de la población de América pre y pos colombina. Las mismas le sirven para desvalorar la conquista y colonización de América por los es pañoles, que al parecer no se dedicaron a otra cosa que a matar a diestro y siniestro. Por otra parte, carga sobre Castilla y los castellanos la responsabilidad de tales he chos excluyendo al resto de España, lo que indica un nacionalismo periférico muy corto de vista. En aquellos tiempos la conquista y sumisión de otros pueblos se consideraba normal y llevaba consigo un mayor prestigio para los invasores. En nuestros días vemos esa usurpación como un despojo criminal, inadmisible, debido a que en estos 500 años transcurridos ha evolucionado nuestro sentido y concepto de la justicia. Pero es curioso que el atropello de que fueron víctimas los indígenas americanos sea exaltado y coreado principalmente por españoles o hispanoamericanos descendientes de aquellos conquistadores y colonizadores, aunque se identifican con los aborígenes. Esto nos honra a to dos, pero que no quede sólo en pantomima y acudan en ayuda de los que aún viven en edades superadas por la humanidad, llenos de piojos y enfermedades, peor que sus antepasados cuando ayudaron a los realistas en contra de los generales patriotas durante la guerra de la independencia. Los conquistadores y colonizadores españoles mataron, fueron matados, sufrieron las de Caín en una naturaleza, en general, muy adversa; impartieron sus costumbres; levantaron muchísimos pueblos y ciudades; juntaron su sangre con la de los indios y crearon las primeras universidades del continente; les dieron, a pesar de todo, una forma de vida más racional y humana, los elementos básicos para un desarrollo agropecuario y una formación cultural comparativamente superior. Por favor, aunque no honremos como se merecen a aquellos espafloles que regaron América con sangre, sudor y lágrimas", no sigamos infamando su memoria mientras nos las damos de sabihondos.- Francisco Carrizosa. .
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