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Reportaje:

La 'coca' viajaba en acordeón

Un supuesto miembro de un dúo musical resultó ser un traficante fugado de Estados Unidos

Le perdieron los descuideros. Después de haber burlado a la justicia norteamericana, fue a caer en manos de la española a causa de unos ladrones de equipajes, meros aficionados, que llevaron a la policía a las cercanías del hotel Eurobuilding, de Madrid, donde estaba alojado. Allí fue arrestado Julián Carrión y salió todo a relucir: el carné de identidad falso, la coca, las dos pistolas, las esmeraldas y el fajo de dólares. Y también el acordeón, pieza clave en este frustrado intento de colocar en España un kilo del llamado caviar de las drogas.

Esta vez la coca viajaba en un instrumento musical. Un kilo y 70 gramos de un polvo tan puro que formaba pellas, lo que policías y traficantes llaman rocas. Estaba el alijo en 20 bolsitas de plástico, escondidas entre el fuelle y el teclado de un primoroso acordeón marca La Prima.No es el escondite más insólito descubierto por los cazadores de droga españoles. En otras ocasiones la coca llegó de América en un cuento de Walt Disney, felicitaciones de Navidad, bolsas de basura de aviones, bidones de glicerina refinada, una faja ortopédica y hasta latas de película dentro de valijas diplomáticas. Aunque la plusmarca de originalidad la sigue ostentando el torero cómico colombiano Doña Ramona, a quien hace un par de años la Guardia Civil de Barajas descubrió el polvo dentro de ocho estoques de faena.

Julián Carrión Arco, santanderino, de 58 años, es un personaje misterioso para la policía española, que le detuvo la pasada semana y aún no ha podido interrogarle a fondo. El hombre está ingresado en el Hospital Provincial, aquejado de una enfermedad cardiaca y a disposición del juez. Apretarle es peligroso para su salud.

De él se sabe que no tiene antecedentes en España, pero sí en Estados Unidos, donde fue arrestado en 1975 por agentes antidroga de servicio en el aeropuerto de Miarni (Florida). Le acusaron de tráfico de cocaína, ingresó en prisión y fue puesto en libertad tras pagar una fianza de 250.000 dólares (unos 41 millones de pesetas). Desapareció de Estados Unidos y hasta el pasado 8 de octubre ninguna policía del mundo había vuelto a saber de él. Los funcionarios españoles le tienen, pues, como un hombre importante de una organización de traficantes de cocaína. "¿Cómo, si no, pudo pagar una fianza tan alta?, se preguntaba ayer un portavoz policial.

El santanderino fue arrestado en Madrid por casualidad. Unos inspectores del Grupo VI de la Brigada Regional de Policía Judicial vigilaban los alrededores del hotel Eurobuilding en busca de los descuideros que días atrás se habían llevado las maletas de algunos clientes del hotel. Vieron a un sujeto con una bolsa y le exigieron que se identificara. El hombre les enseñó un carné de identidad con su foto y el nombre de Julián Carrión Arco. Hasta ahí, todo en orden. Pero los funciortarios le pidieron que abriera la bolsa y se negó. Eso despertó sospechas.

La bolsa fue abierta pese a las protestas de Carrión, y dentro de ella aparecieron una balanza de precisión y un carné de identidad con la foto del sospechoso y el nombre Julio César A. T. Desde ese momento, Carrión podía considerarse detenido por llevar documentación falsa. Su habitación en el Eurobuilding fue registrada. Lo primero que se encontró fue una gran cantidad de folletos de un supuesto dúo musical, Los Paisas, ganadores en 1981 de un igualmente inventado Festival de Acordeón de San Sebastián. El dúo está formado, según los folletos, por Ramón María y Julio César. Esta última era precisamente la falsa identidad que el detenido guardaba en la bolsa que no quería abrir. Y entonces aparecieron el acordeón y el ilegal tesoro que llevaba en sus entrañas, entre 30 o 40 millones de pesetas, según el precio y la calidad habituales en el mercado al por menor. Julián Carrión, averiguaron los inspectores, tenía un piso en Santa Cruz de Tenerife. Funcionarios de la comisaría local lo registraron y encontraron dos armas cortas de fuego, 170 esmeraldas talladas, otras 200 piedras preciosas de menor valor y 16.000 dólares en metálico (2.624.000 pesetas). El hombre que merodeaba por los alrededores del Eurobuilding, el que durante unos segundos fue presunto descuidero, había resultado un pez gordo. Pero Julián Carrión guarda su misterio. Recién detenido, informó a la policía de su enfermedad y los facultativos comprobaron que no mentía. Nadie le ha sacado una palabra.

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