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Carmen Alborch

La decana de la facultad de Derecho de Valencia alterna su trabajo como copropietaria de una galería de arte

Carmen Alborch, de 37 años de edad, es catedrática de Derecho Mercantil y decana de la facultad de Derecho de Valencia, que acogerá este curso a más de 8.000 alumnos. Con una imagen y un carácter poco frecuentes en los ambientes académicos en que se mueve, Carmen es también copropietaria y trabajadora de una de las galerías de arte más vanguardistas de Valencia, con la que trata de superar una frustrada vocación de pintora que, a pesar de todo, no parece traumatizarla demasiado.

Divorciada y sin hijos, Carmen Alborch ha dedicado 15 años de su vida a la enseñanza y al estudio del Derecho Mercantil, todo ese tiempo en la universidad de Valencia, con viajes esporádicos a otras universidades, como la de Roma, en la que disfrutó no hace mucho de una amplia beca de estudios. Enamorada de su profesión, "porque también la letra de cambio tiene su poesía, no creas", asegura que la Universidad y el estudio resumen su ideal de vida "aunque no siempre en el mismo sitio, por supuesto", y que, aparte de algunos "sueños dorados" sobre la pintura y la literatura, nunca ha pensado en dedicarse a otra cosa. A pesar de que sobre la facultad de Derecho suele decirse que es una de las más conservadoras de Valencia, la candidatura de Carmen Alborch al decanato alcanzó una amplia mayoría, doblemente insólita por ser progresista y por ser mujer. La calidad de enseñanza, la democracia interna y la concepción de la facultad como centro de cultura y de saber han sido las bases de su programa, junto a determinadas soluciones de gestión para una facultad que cuenta ya con 8.000 alumnos y un angustioso problema de espacio. Aunque adora la Universidad y reconoce "el cambio que se ha operado en ella en los últimos años se lamenta de que ésta "continúa sin ser valora da, sobre todo en el aspecto económico, por el Gobierno socialista".

Carmen Alborch se define a sí misma como "de izquierdas", aunque no reconoce otra militancia, presente o pasada, que la que mantuvo en el movimiento feminista, con cuyos postulados continúa identificándose y del que fue una de las precursoras en Valencia, y la que la unió al Sindicato Democrático de Estudiantes, en los años en que se sentaba al otro lado de la tarima. Fuera de sus horas de clase y de despacho, Carmen trabaja en la galería de arte de la que es copropietaria, de tendencias vanguardistas -"pon cualquier cosa excepto posmoderna", ruega-, a través de la que se han dado a conocer en Valencia numerosos artistas jóvenes, con muchos de los cuales mantiene una fuerte amistad.

A esta decana, que se siente miembro de una generación "que lo ha tenido todo muy difícil, tanto en lo sentimental como en lo demás", se le suele atribuir un carácter un tanto distanciado, aunque ella asegura que se debe a su "feroz" timidez. "Por lo demás, procuro no transmitir angustia, sino vitalidad, ilusión y esperanza; creo que eso es imprescindible en el trato con los demás, y que las mujeres, aunque sufrimos mucho más que los hombres, sabemos imprimir a nuestro trato más relajación y tranquilidad", dice. Asegura también que, impulsados por su imagen poco convencional, un poco sofisticada, muchos hombres han intentado ligar con ella desde que es decana, "aunque la frivolidad es algo que puede eliminarse fácilmente con un poco de seriedad".

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