Terror al SIDA
Desde hace dos meses los medios de comunicación han convertido al SIDA en una de las noticias más importantes: cuadernillos, páginas enteras, portadas. Al fin logró escapar de la categoría de pequeña noticia tratada con cierto cachondeo, o en nombre de Dios. Hoy los lectores en España podemos saber del SIDA más que del descubrimiento de América o las posibles consecuencias del ingreso en el Mercado Común europeo. La televisión y la radio tampoco se quedaron atrás. Inteligentes y hasta brillantes textos se han publicado sobre el SIDA, y no sólo desde el punto de vista científico, sino también desde el ángulo de la sociología, los derechos cívicos de la minoría, y hasta de la filosofía. Pocos ya se animan a escribir lo del cáncer gay o rosa. Hasta hay folletos: se pudo ver uno en La clave. No cabe duda. Merecemos ser europeos.Mientras tanto, los casos de SIDA se han duplicado en España en los últimos tres meses. Mientras tanto, resulta imposible enterarse sin hacer un significativo y complejo esfuerzo en dónde uno puede hacerse el correspondiente análisis, al menos para saber si uno está contagiando a aquellos que desea, quiere, ama. En Estados Unidos saben que los portadores del virus son un millón de personas. Este tipo de conocimiento, de prevención, de asumir el asunto con responsabilidad, parece que no es requisito indispensable para ser europeo.
Ruego a los lectores de EL PAÍS que, como yo, pertenezcan a uno de los tres grupos de alto riesgo o que sea un/una homosexual promiscuo/cua, pidan a través de esta sección, o de la publicación que sea, que se informe públicamente en dónde se realizan análisis para detectar la presencia del virus, y es de imaginar que éstos se llevarán a cabo de acuerdo a normas rigurosas de confidencialidad, como recomienda la OMS, pues los prejuicios siguen gozando de muy buena salud.-
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