El juego en España
No se sabe cómo acabará una sociedad que en su mayoría busca sus avances, todas sus satisfacciones, todo su futuro, en un golpe de suerte (quizá de ahí vengan los numerosísimos golpes de Estado y pronunciamientos habidos en la moderna historia de España).Es triste ver y apreciar cómo el individuo busca esa suerte de forma continua y digna de mejor causa; cómo febrilmente intenta e intenta esa baza fortuita que le lleve rápidamente al dinero que él cree que necesita, para ser mucho más feliz de lo que es en la actualidad.
Algunos desgraciados ya juegan a todo; quinielas, lotería, quiniela hípica, Organización de Ciegos (única que quizá debiera existir por el fin social que consiguió cuando nadie daba nada a los ciegos), etcétera.
Así, el insípido y ruinoso bingo está arruinando a muchas familias y haciendo tambalearse a muchas economías, sin que estos ilusos se sepan dar cuenta de que en ese juego la pérdida es segura, por causas y cosas que son fáciles de analizar, por lo limitado del campo que ofrece, pero aun así, existen multitud de ciegos que no lo ven.
Las máquinas tragaperras o, mejor dicho, tragamonedas de 25 pesetas, son una devastadora forma de dejar vacíos los bolsillos de multitudes que no comprenden que el juego organizado sólo puede dar beneficios al inventor del mismo, al que alquila los servicios y más aún al Estado consentidor, el que así nutre sus arcas de forma considerable, pero recurriendo a esta triste forma y a la debilidad de sus administrados.
La tradicional Lotería española ya no es tan tradicional y espoleada por esa Administración monopolista; ha sido estudiada hasta los niveles máximos, para así vender lo más posible; para que al señuelo de los pocos que consiguen muchos millones y a lo que se le da la máxima publicidad, muchos millones de ciudadanos se jueguen su dinero, en espera de esa quimera que es casi imposible de alcanzar.
La quiniela futbolística llega hasta el curioso negocio de que se formen sociedades para jugar a ella, con la fortaleza económica que el individuo no puede soportar, y un juego que debiera ser económico y entretenido se ha convertido en un vicio más, precisamente por ese afán de conseguir con el azar lo que con el trabajo y la inteligencia propia no se cree posible.
A esta quiniela del balompié se le ha sumado la otra quiniela de los caballos, denominada hípica. Dicen incluso que se está estudiando o ya está a punto de aparecer, o funcionando incluso (yo paso del juego casi en su totalidad), una nueva quiniela sobre los toros o fiesta nacional.
Hasta la venerable organización de ciegos españoles ha sentido la codicia, visto el filón inagotable y así, tras revalorizar su lotería, ahora inicia una nueva singladura, doblando el precio del billete cada fin de semana, pues técnicamente ha estudiado el que el viernes es el día mejor y así entra de lleno en unas nuevas e importantísimas recaudaciones, las que indudablemente obtendrá del bolsillo de los jugadores españoles.
Ahora también se nos anuncia la tradicional lotería, la que vendrá a participar en el inmenso campo de esta timba en que está convertida nuestra España; y así, esta nueva ilusión vendrá a ocupar nuevas cotas y a conseguir nuevos adeptos al rito de la diosa Fortuna.-
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