Una triste tradición en temblores de tierra
México cuenta con una triste tradición de movimientos sísmicos en lo que va de siglo. Las crónicas cuentan que en 1911, coincidiendo con la entrada en la capital de las fuerzas revolucionarias de Francisco Madero, hubo un seísmo de magnitudes catastróficas. En julio de 1957, varios terremotos sacudieron un a zona de 400.000 kilómetros durante unos tres minutos, provocando 70 muertes.
El 2 de agosto de 1968 hubo temblores de tierra que se prolongaron durante más de ocho minutos. Al mes siguiente, más de 70 personas morían en el estado de Chiapas a consecuencia de otro terremoto. Fue en el año 1973 cuando se produjeron los temblores de tierra de mayor intensidad. En el mes de enero un terremoto de una magnitud de 7,4 en la escala Richter afectó a unas 20.000 personas y en agosto del mismo año, otro de 7,5 grados de magnitud en la misma escala causó 700 muertos, 8.000 casas destruidas y 40 poblaciones afectadas que se sumaban, a la larga lista de víctimas.
En 1978 se registró un fuerte temblor de tierra que afortunadamente no se cobró ninguna víctima, aunque en diciembre del mismo año un triple movimiento sísmico causó la muerte a cuatro personas. Un mes más tarde, los peregrinos que esperaban la llegada del papa Juan Pablo II, se alarmaban ante los temblores registrados en la ciudad de México.
Entre 1980 y 1983 se registró un terremoto por año. Y aunque ninguno de ellos provocó pérdidas humanas, los daños materiales fueron muy cuantiosos en las zonas afectadas.
