La 'otra' historia de un accidente mortal
Soy hermana de Socorro Delgado, la española que falleció a finales de agosto en el accidente ferroviario de Argenton Sur Cruise (Francia), viajando en el tren París-Port Bou, y quisiera que llegara a la opinión pública la triste historia de burocracia e inercia que ha vivido mi familia con motivo de aquel desastre.- Seis de la mañana del 31 de agosto. Recibo una llamada telefónica de un compañero de viaje de mi hermana. Me explica el accidente, pero no sabe nada de su suerte.
- A las 6.10 telefoneo a EL PAÍS. Me informan de que, efectivamente, se ha producido el accidente; consultan el teletipo y me dicen que no hay todavía ninguna relación de víctimas.
- A las 6.20 llamo a Información de Renfe. Como siempre, explican que no saben nada ni tienen ninguna noticia.
- A las siete de la mañana, sin saber el sitio exacto del accidente, salen hacia Francia mi marido y mi hija. La radio anuncia que en el tren había españoles.
- A las nueve llamo otra vez a Renfe. Una voz femenina me dice que si es tan importante el accidente como para estar yo tan nerviosa. Cuelgo. Hago diversas llamadas y nadie sabe nada. La radio facilita un teléfono, para información sobre el caso, pero siempre comunica.
- A las cinco de la tarde se anuncia que no darán los nombres
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de las víctimas mientras los familiares no los hayan identificado. Dos horas después, primero el compañero de viaje de mi hermana y luego mi hija me comunican la muerte de Socorro.
- El domingo desisto de hacer gestiones, pues ya sé que, aunque el tema sea grave, a nivel de oficinas no hay nada que hacer en día festivo.
Como se sabe, el cónsul español tardó 36 horas en aparecer. El lunes (día 2) por la tarde recibo un telegrama de este cónsul anunciando que el féretro llegará el día 4 a mi domicilio. Con el telegrama y mi título de propiedad de un nicho en el cementerio del Suroeste (Montjuïc), voy a Pompas Fúnebres y allí me dicen que el cónsul dirá lo que quiera, pero que el féretro sólo puede ir a Pompas Fúnebres o al cementerio. Decido que vaya al cementerio y convocamos a familiares y conocidos para el entierro el día 4 a las 16.30.
- El día 4, a las nueve de la mañana, el cónsul me avisa de que el féretro llegará a mi domicilio esa misma mañana, sin precisar la hora. Telefoneo a Pompas Fúnebres y me dicen que eso es imposible y que el ataúd se recibirá directamente en el cementerio. Ante el caos, una parte de la familia va al cementerio y la otra permanece en casa.
- A las 13.45 telefonean de Pompas Fúnebres para avisar de que el féretro está retenido en la frontera. Casi simultáneamente llaman a la puerta de nuestro domicilio y resulta ser una persona que llega con los restos mortales de Socorro. Los trasladamos al cementerio, aunque previamente hemos de llevar los documentos oficiales a Pompas Fúnebres para que los firme el juez. Luego me ponen trabas para estar a solas cinco minutos con el cadáver de mi hermana (el personal dice que eso es imposible, que es su hora de descanso, que tienen que comer y que apañados irían si tuvieran que llorar por todos los que pasan por allí).
Todos estos hechos son absolutamente reales, y antes que yo los han vivido muchas otras personas en esta España que nos come a impuestos y está llena de despachos que no sirven para nada. Valdría la pena que en el futuro las cosas dejaran de pasar de esta manera.-
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