El Reino Unido expulsa a 25 ciudadanos soviéticos tras la deserción del jefe del KGB en Londres
El Gobierno británico ordenó ayer la expulsión de 25 ciudadanos soviéticos -seis de ellos diplomáticos- acusados de espionaje, según informó ayer un portavoz del Foreign Office. Esta decisión es consecuencia de la deserción del responsable del Comité Estatal de Seguridad soviético (KGB) en Londres, Oleg Gordievski, que, según estas fuentes, solicitó y obtuvo asilo político ayer mismo en el Reino Unido. Fuentes políticas estiman que Gordievski negoció su asilo a cambio de la nómina de los espías soviéticos que operan en Londres. También se esperaban reacciones de represalia de la URSS.
Oleg Gordievski, de 46 años, ocupaba el puesto de consejero de la Embajada soviética en Londres desde junio de 1982, y recientemente había asumido el cargo de jefe de la red del KGB en Londres, por lo que "se hallaba en condiciones de conocer con detalle el personal y las actividades de los servicios de espionaje soviéticos en este país", según el portavoz oficial británico. Gordievski, que fue entrenado durante un año en la escuela del KGB en Moscú, ingresó en este organismo en 1962 y realizó misiones relacionadas con la disidencia soviética en los países escandinavos y en el Reino Unido.Según los observadores, Gordievski obtuvo el asilo político a cambio de la delación de la red de colaboradores del espionaje soviético en el Reino Unido. Su deserción es considerada como un importante golpe a los servicios de espionaje soviéticos tras la huida a la República Democrática Alemana, el pasado agosto, del jefe del grupo de los servicios de contraespionaje de la República Federal de Alemania, Hans Joachim Tiedge.
El Foreign Office declaró que el embajador en funciones soviético, Lev Parshin -el embajador, Víktor Popov, está ausente-, fue informado de las expulsiones de 25 ciudadanos soviéticos, seis de ellos diplomáticos, cuyas actividades de espionaje ,son "totalmente incompatibles con sus atribuciones oficales". Todos ellos deberán abandonar el país antes de tres semanas.
Entre los expulsados figura el primer secretario de la Embajada soviética en Londres, Yuri Vasilievich Yezhov; los consejeros científicos y culturales, el segundo Y el tercer secretarios del consulado, cuatro periodistas -de la agencia Novosti, el diario Pravda, Radio Moscú y el corresponsal de la agencia Tass, Víktor Ivanovich Muzalev, de 38 años- y varios representantes de empresas soviéticas relacionadas con la electrónica, la aviación, la banca y la energía. También se hallan afectados por esta medida un chófer y un guardia de seguridad de la Embajada, traductores de la organización internacional Cocoa y del Consejo Internacional del Trigo.
"La naturaleza y la amplitud de las actividades de espionaje realizadas por la URSS en el Reino Unido son totalmente inaceptables", declaró el portavoz británico, quien añadió que su Gobierno "atribuye una gran importancia al desarrollo de un diálogo realista con la URSS que pueda contribuir a la confianza entre el Este y el Oeste".
Mejora de relaciones
El portavoz británico declaró que se había subrayado a Parshin que, a pesar de que la decisión de las expulsiones fue "forzada por el interés de la seguridad nacional, nuestra política sigue siendo la de trabajar para lograr una mejora de las relaciones bilaterales con Moscú".
Los observadores diplomáticos consideraban ayer como probable la adopción de medidas de represalia por parte de las autoridades soviéticas. El portavoz del Foreign Office se negó a hacer ningún comentario sobre la eventual reacción soviética, mientras que el embajador británico en Moscú -que comunicó la noticia de las expulsiones por teléfono al portavoz del ministro de Asuntos Exteriores soviético, VIadimir Suslov- afirmó que no tenía noticias de represalias.
El incidente de ayer, el octavo en los últimos cuatro años, es el más importante de este tipo desde que en 1971 el Gobierno de Londres decidió expulsar a 105 ciudadanos soviéticos, entre los que se hallaban 45 diplomáticos. En aquella ocasión, las autoridades soviéticas respondieron con la expulsión de otros 18 ciudadanos británicos de Moscú.
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