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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Un Onze de Setembre de lo más, estimulante

Estaba cantado. Convergència Democrática de Catalunya (CDC) no ha dejado pasar la ocasión y ha convertido la Diada del Onze de Setembre en el comienzo de una dura y larga campaña electoral que se propone barrer a la izquierda del panorama político de Cataluña, sino definitivamente al menos por mucho tiempo.La maniobra de CDC es lógica, pues entre el Gobierno del PSOE en Madrid y el conjunto de la izquierda en Cataluña se lo han puesto más fácil que a Fernando VII.

Las decisiones del Gobierno del PSOE para la financiación de las Comunidades Autónomas y de los municipios pueden tener unas consecuencias económicas y políticas tremendas. Pretender reducir el déficit público a través de un recorte drástico de los recursos de las Comunidades Autónomas y de los Ayuntamientos es llevar a ambas entidades a un callejón de muy dificil salida.

No es sólo un problema de presupuestos para el próximo ejercicio. Es también una opción económica y política que, de mantenerse, acabará convirtiendo a las autonomías -tanto las de las Comunidades Autónomas como las municipales- en meras instancias de desconcentración administrativa, con el consiguiente reforzamiento de un centralismo en el que se mezclarán el centralismo burocrático tradicional y el tecnocrático de nuevo cuño. Es posible que este modelo satisfaga a los nuevos tecnócratas -y hasta que lo denominen federalismo-, pero en realidad por este camino vamos a la parálisis del modelo de organización del Estado previsto en el Título VIII de la Constitución.

Frente a esta actitud del nuevo centralismo, la izquierda catalana va literalmente a la deriva. Protesta, pero no sabe qué hacer con su protesta.

Propone frentes unitarios que confunden todas las líneas. divisorias internas, y que a la larga redundan en beneficio del Gobierno de Convergència. Y ante la ofensiva de ésta con motivo del Onze de Setembre cae en la mayor de las confusiones.

Los socialistas se inhiben

Mientras Convergència se dispone a poner en marcha una gran movilización ciudadana contra el Gobierno del PSOE, los socialistas catalanes -después de haber firmado solemnemente un llamado pacto cultural con el Gobierno de la Generalitat- se inhiben y, sin más excepción que algunas iniciativas locales unitarias, se disponen a celebrar el Onze de Setembre con unos discursos y unos ramos de flores de sus alcaldes, concejales y diputados en Sant Boi. Su mensaje al pueblo de Cataluña viene a ser, pues, algo así como: "Ciudadanos de Cataluña: haced el favor de quedaros en casa. Nosotros nos ocupamos de celebrar la Diada en nombre vuestro".

Por su parte, al PSUC no se le, ocurre nada más que convocar una manifestación junto con Esquerra Republicana -aliada de Convergència en el Gobierno de la Generalitat- y con otros grupos extraparlamentarios, pidiendo la autodeterminación de Cataluña, entre otros puntos de un programa heterogéneo.

Para los convocantes de esta manifestación parece, pues, que una de las soluciones a los problemas actuales es exigir un plebiscito que ponga en cuestión la integridad territorial del Estado constitucional.

Con esta izquierda pasiva o desorientada, incapaz de unirse y de formular alternativas serias y con un Gobierno central prisionero de una visión tecnocrática y neocentralista de las autonomías y de su financiación, los nacionalismos tienen el camino libre para practicar sin obstáculos su política tradicional, es decir, la política que consiste en mantener una ambigüedad constante sobre el modelo de Estado y una confrontación sis temática contra un adversario político que se convierte así en adversario de todo el pueblo de Cataluña.

Con ello, CDC pretende conseguir el monopolio de la representación de Cataluña, dejando a la izquierda sin espacio, aun a costa de abrir un contencioso sistemático que da cada vez más espacio al radicalismo y al independentismo. Es una ambigüedad peligrosa porque se basa en la amenaza de pedir constantemente una revisión del modelo constitucional de las autonomías, legitimando con ello a los que rechazan este modelo en nombre del independentismo.

Se puede prever, pues, perfectamente lo que pasará en Cataluña este Onze de Setembre. Convergència Democrática concentrará a muchos miles de personas en Manresa en un acto electoral contra, el PSOE que pasará por acto de afirmación nacional catalana frente al adversario de siempre. Los nacionalistas de izquierda y los independentistas protagonizarán duras manifestaciones de calle en Barcelona con enfrentamiento, y detenciones, pero con un radicalismo legitimado por la actitud de CDC y justificado ante los ojos de muchos por la actitud del Gobierno del PSOE.

Mientras tanto, los socialistas pasarán como sombras, casi de perfil, por un par de actos institucionales y el PSUC se perderá en medio de una manifestación contradictoria, sobrepasada además por las de los radicales e independentistas.

Creciente radicalización

Detrás de este confuso espectáculo, habrá una creciente radicalización nacionalista de amplios sectores de la población de Cataluña, con el consiguiente beneficio electoral para Convergència i Unió. Y más atrás, en el fondo de todo esto, un problema político general, muy serio, porque lo que está en juego es el futuro mismo del Estado de las Autonomías. Por este camino, o vamos hacia una reafirmación del centralismo, con la consiguiente transformación de las Comunidades Autónomas y de los municipios en meras instancias de descentralización o desconcentración administrativas, o vamos hacia un acuerdo entre los tecnócratas del nuevo centralismo y los nacionalistas de Cataluña y el País Vasco para que funcionen dos o tres Comunidades Autónomas gobernadas por los nacionalistas y el resto que se quede más o menos como está. Nada de esto tiene que ver con lo que puede y debe ser el Estado de las Autonomías ni con ninguna perspectiva federalizante. Pero así están las cosas si la izquierda no le pone remedio.

es catedrático de Derecho Político en la universidad de Barcelona. Miembro del PSUC.

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