_
_
_
_
_
Reportaje:

La soterrada batalla de los bisturíes

La muerte de un paciente en la residencia de Bellvitge destapa graves tensiones por el programa de trasplante hepático

Milagros Pérez Oliva

El programa de trasplante hepático de la residencia de Bellvitge, único centro autorizado por la, Generalitat para realizarlo en Cataluña, se inició en febrero de 1984 y quedó suspendido temporalmente por orden del director de la residencia, doctor José María Capdevila, en febrero pasado, justo al año de haberse iniciado. En ese momento se habían practicado ya 14 trasplantes, cifra importante si se tiene, en cuenta que entonces sólo existían ocho hospitales en Estados Unidos y otros ocho en Europa que hubieran efectuado más de 10, por lo que al año de iniciar el programa la residencia de Bellvitge ocupaba el tercer lugar entre los hospitales de Europa en cuanto a número de trasplantes realizados.Sin embargo, en ese momento también, las relaciones entre las personas y los servicios implicados en los trasplantes se había deteriorado muy seriamente. La tensión se concretó en abiertos enfrentamientos tras el fracaso de las últimas cuatro operaciones y la suspensión del programa. Hasta el décimo trasplante, el índice de supervivencia en quirófano y fuera de él se encontraba en el umbral óptimo y el resultado del programa era comparable al obtenido por los centros más experimentados, incluso con los obtenidos en Pittsburg (EE UU) y Hannover (Alemania Federal), donde se habían formado, respectivamente, los cirujanos Carlos Margarit y Eduard Jaurrieta, autores de los trasplantes.

Pero los cuatro últimos pacientes murieron en la mesa de operaciones o poco después de haber finalizado el trasplante, lo que modificó sustancialmente la estadística de los resultados del programa.

Problemas de protagonismo

Los dos cirujanos que han realizado el programa de trasplantes son médicos adjuntos y pertenecen a dos servicios distintos: el doctor Margarit al servicio de Cirugía Digestiva A, cuyo jefe es el doctor Josep Antoni Curto Cardús, y el doctor Jaurrieta al servicio de Cirugía Digestiva B, cuyo jefe es el doctor Antoni Sitges. El programa de trasplantes fue planteado como una actividad interdisciplinar en la que era tan decisiva la aportación de los servicios auxiliares como la de los propios cirujanos.

La tensión fue precisamente una de las razones aducidas para la suspensión del programa en una nota informativa facilitada a los cuadros directivos del hospital. En concreto, se refería a la necesidad de "conseguir un buen clima de relaciones interpersonales entre los diferentes miembros del equipo quirúrgico, así como canalizar y, sobre todo, evitar el sensacionalismo de los medios de ación que, si por una parte se considera positivo porque favorece las donaciones, no siempre se consigue evitar el protagonismo de una sola persona que, a la larga, distorsiona el clima de los componentes del equipo y fomenta una cierta tensión entre los diferentes hospitales que pueden colaborar en el programa".

El pasado lunes, día 2, el doctoi Jaurrieta fue oficialmente presentado como nuevo jefe del servicio de Cirugía del hospital de Sant Llátzer, en Terrassa. Había decidido abandonar la residencia de Bellvitge a pesar de los esfuerzos de la dirección por retenerle. El doctor Jaurrieta se ha negado a efectuar declaraciones sobre su marcha, pero fuentes del servicio al que pertenecía han declarado, sin embargo, que, aunque la oferta de una jefatura de servicio es indudablemente buena para un cirujano que todavía no ha cumplido 40 años, no la hubiera aceptado si el clima en Bellvitge no hubiera estado tan deteriorado.

Dura polémica

Mientras el doctor Jaurrieta abandonaba la residencia, el doctor Margarit iniciaba a través de la Prensa una dura polémica con el director del hospital, al que acusa de mantener suspendido el programa innecesariamente. El director ha replicado anunciando que se le abriría un expediente si repetía las declaraciones a los medios informativos. Margarit cuenta con el apoyo de su jefe de servicio, el doctor Curto Cardús, cuyas discrepancias con el actual director son conocidas de todos. En algunos sectores del hospital se le sería la incluso como candidato a sustituir en el futuro al actual director.

Después de haberse suspendido el programa, ingresaron en el hospital varios enfermos susceptibles de ser trasplantados, la mayoría de ellos de fuera de Cataluña. La necesidad de llegar a tiempo para salvar sus vidas fue aducida una y otra vez por los doctores Curto Cardús y Margarit para que el programa se reemprendiera inmediatamente. Pero el director del hospital se negó a ello y obtuvo de varios jefes de servicios necesarios para el trasplante declaraciones escritas de que no podían realizar se por razones técnicas y de personal. Y es que el director se ha mostrado en todo momento intransigente en su plan para reconducir el programa, plan que incluye la incorporación de nuevas personas y un establecimiento claro de jerarquías.

La polémica discurría por cauces soterrados hasta el día 12 de junio pasado, fecha en que los medios de comunicación se hicieron eco del trasplante hepático más espectacular: el practicado en la Residencia Infantil de Valle Hebrón a la pequeña Berta Casas, de dos años, que padecía una malformación congénita en el conducto biliar. Habían practicado la intervención el doctor Margarit, de la residencia de Bellvitge, y el doctor Vicente Martínez Ibáñez, de Valle Hebrón.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_