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El Real Madrid dio espectáculo ante los norteamericanos

Luis Gómez

l ENVIADO ESPECIAL

El Real Madrid salvé con una espectacularidad inesperada la primera papeleta de un torneo que se le presentaba poco adecuado para lucirse. Tras diversas peripecias, ha resultado que sobre el equipo madridista descansa ahora la principal responsabilidad del espectáculo. Y, de momento, ha cumplido incluso con la ausencia del profesional Fernando Martín. Algunas acciones brillantes provocaron los mejores aplausos y el nuevo norteamericano, Linton Townes, pudo tranquilizar a la afición madridista. Sus 41 tantos permiten que se abriguen esperanzas de que sea un buen sustituto para Jackson.

Linton Townes, cuya apariencia es frágil, parece guardar bastante relación con lo que ha sido el modelo del ex alero madridista. Como los de épocas anteriores, ya sean Walter o Brabender, incluso como Jackson, el comportamiento de Townes sugiere disciplina, rigor y puntería. Todo ello, sin más exceso que el de una buena capacidad para superar la barrera de los 30 puntos. Por otra parte, su dedicación defensiva agrada a Lolo Sáinz. Townes pudo permitirse ayer el lujo de una actuación abundantemente anotadora, con el permiso de unos marcadores que no le prestaron excesiva atención. Sin embargo, demostró tanta facilidad que apenas variaba la ejecución del disparo en virtud de que estuviera dentro o fuera de la zona de 6,25 metros.

En cuanto al espectáculo, que para eso estaba diseñado el torneo, el Real Madrid cumplió con honestidad su cometido. Lo hizo mejor y con más dedicación que la gran mayoría de conjuntos estadounidenses que pueblan los torneos veraniegos. La mentalidad europea es otra. Primero se busca ir asegurando el partido y luego crear la belleza. O bien mezclar lo uno con lo otro. Así lo hizo el Real Madrid, que dio en conjunto una imagen de mucha más confianza que en pasados partidos. Por unos momentos, jugados a gran velocidad, Corbalán hacía lo que era obligación de Archibald y Robinson lo de Hinson, profesional de los Cleveland Cavaliers.

El comportamiento de un equipo norteamericano engalanado con un par de parches fue poco halagüeño. Ni siquiera Hinson pudo hacer algo que impresionara a la afición. Mucho menos, el veterano Nate Archibald, cuyo comportamiento resultó vergonzoso a la vista de que se dedicó a jugar los tres minutos iniciales de cada tiempo. Sólo Hardy mostró voluntad de agradar, mientras que Brown, con su aspecto de armario de caoba, producía algún temor. Con tan escaso bagaje, los norteamericanos cayeron en las garras de los contraataques madridistas y dejaron lo suficientemente solo a Townes para que les pudiera bombardear con elegancia.

Ya mucho antes de que concluyera la primera parte, el público había perdido toda sensación de incertidumbre por el desarrollo del partido. Los técnicos, por otra parte, aprovecharán este torneo para ir sacando conclusiones hipotéticas de lo que hubiera podido ser la versión madridista sin Fernando Martín. Por abajo, sigue Biriukov siendo un base en experimentación, aunque no parecen existir demasiados problemas en esta zona. Por arriba, Robinson se ha convertido en un hombre hecho a la casa y que mejora su juego de año en año. Romay cumple su papel intimidador y Antonio Martín mostró nerviosismo. No ha roto su timidez.

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