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Los tiempos cambian que es una barbaridad

Si existía algún tipo de dudas sobre la evolución de los mercados de valores a lo largo de esta semana, la última sesión vino a corroborar algunas de las impresiones recogidas a lo largo del ciclo. Casi se podría hablar de pasotismo ante la reacción del mercado de renta variable por la tendencia a la baja del precio del dinero, aunque, como ya se ha repetido varias veces en estos días, el corto plazo -la posibilidad de conseguir beneficios en poco tiempo- no deja ver más allá de los dos enteros o, como se decía hasta hace poco tiempo, el corretaje y un duro, y aunque los tiempos hayan variado ligeramente, los protagonistas son más o menos los mismos.El día a día sigue siendo la preocupación principal, máxime cuando el nivel del negocio desciende hasta los límites actuales. Las posibilidades de apostar por el futuro se ven abortadas continuamente por las maniobras de la especulación, y es difícil, en estas circunstancias, pedirles a los inversionistas que arrie

sguen el mantenimiento de una posición, incluso con algunas expectativas a favor.Todo parece estar en función de los precios, y ellos son los que, en definitiva, provocan la presencia o ausencia de posturas definidas. Las bajas producidas ayer no han agotado aún los pequeños beneficios acumulados en muchos valores durante la semana anterior, y es realmente difícil adivinar si el nivel actual podrá resistir hasta la definitiva incorporación de todos los habituales, algo que parece imprescindible para el buen funcionamiento del mercado, con lo que se puede afirmar que el problema actual de las bolsas es la falta de quórum.

El dinero ha sido, efectivamente, el gran ausente de estas sesiones, tan sólo presente en la negociación de pagarés del Tesoro, y también en franca retirada en las dos últimas jornadas, muy posiblemente debido a esa reducción de los beneficios que vienen registrando. Sin embargo, los algo más de 12.000 millones de pesetas que se han contratado en el mercado madrileño, con pacto de recompra, contrastan sensiblemente con los escasos 4.000 que ha conseguido la renta variable. Uno de los principales problemas que se les plantea actualmente a los operadores es calcular la cantidad aproximada de dinero que está decidida a abandonar la seguridad -y ahora baja rentabilidad- de los pagarés para dirigirse hacia el riesgo. A juzgar por los datos semanales, la seguridad continúa siendo un bastión inexpugnable cuando se piensa en pesetas. En cuanto a las posibilidades de que el papel se convierta en el protagonista de las sesiones de bolsa, parece que por el momento son escasas, ya que los índices se encuentran casi a la altura de los máximos del año, anterior y, en cualquier caso, bastante por debajo del punto en el que se produjeron las mayores entradas de fondos durante este año. La mayoría de las posiciones existentes en la actualidad se dan, por tanto, en los niveles actuales o en algún escalón superior, por lo que no hay que esperar sorpresas fuertes de este lado. Otra cosa muy diferente es, claro está, conseguir nuevas aportaciones de fondos para que se superen los niveles del momento.

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