El presunto violador de San Sebastián de los Reyes había sido encarcelado en 1984 por un delito semejante
Jesús Rico Estruch, el presunto violador de una niña de 10 años en San Sebastián de los Reyes,es un hombre de 28 años, casado y padre de un niño de dos años, que había sido detenido en 1984 por un hecho semejante. Vive con su esposa, embarazada de varios meses, en la calle Sevilla, de Alcobendas, y trabaja como empleado de limpieza en una empresa fabricante de motocicietas. Salvo su adicción a la heroína y un bajo coeficiente intelectual, es, según los policías que le interrogaban ayer, un hombre aparentemente normal, que no presenta a simple vista rasgos patológicos en su comportamiento.
El presunto violador permanecía ayer en la comisaría de Alcobendas-San Sebastián, donde, pese a la abundancia de pruebas en su contra, negaba su participación en la brutal agresión a Isabel María R. B. Esta actitud extrañó a la policía, porque, en abril de 1984, Jesús Rico Estruch fue detenido por funcionarios de la misma comisaría como supuesto autor de un intento de violación a otra menor de la zona, y en aquella ocasión reconoció su culpa y atribuyó su comportamiento, a un "impulso irresistible".Más tarde, ante el juez de instrucción de Alcobendas Jesús Rico cambié su declaración y se proclamó inocente, pese a lo cual pasó cuatro meses en la prisión de Carabanchel, en situación preventiva y acusado del delito de rapto.
Jesús Rico Estruch mide 1,68 metros, es delgado y lleva una media melena morena. Su rostro es agradable, casi lampiño en las mejillas y de abundante barba potencial en el bigote y la mandíbula. Le falta la falange de un dedo de la mano izquierda.
La extraña pintura de su coche, un Seat 127 matrícula M-2904-BJ, se ha convertido en una de las principales pruebas de los acusadores. En toda la zona de Alcobendas-San Sebastián de los Reyes, localidades muy próximas entre sí y situadas a 17 kilómetros de Madrid en la dirección de Burgos, no se conoce otro vehículo de esa marca que esté pintado a mano de color naranja, con el techo en rojo.
En un coche así huyó el hombre que, hacia las dos de la tarde del jueves, intentó violar en plena calle a una chica de 13 años que paseaba por el barrio de El Praderón, en San Sebastián de los Reyes. El primer intento del violador resultó fallido, porque los gritos de la niña, ya tendida en el suelo y con las ropas destrozadas, alertaron a los empleados de un taller, que salieron en pos del hombre y le vieron huir en un Seat 127 como el descrito.
Segundo intento
Los perseguidores lograron retener los números de la matrícula del coche y los facilitaron muy pronto a la policía. Los testigos habían anotado la cifra 2094, y aunque no era del todo correcta, este dato y la descripción del aspecto exterior del coche indujeron a los funcinarios de la comisaría de Alcobendas-San Sebastián de los Reyes a enseñarles la foto de Jesús Rico Estruch.Los testigos le identificaron.
Pero mientras ocurría esto, el violador había vuelto a actuar. Siempre en San Sebastián de los Reyes, en la urbanización Rosa Luxemburgo, Isabel María, de 10 años, jugaba en la calle en compañía de otras dos pequeñas, cuando observaron que un tipo se inyectaba algo en el brazo y luego se dirigía hacia ellas. Las niñas instivamente quisieron apartarse del extraño individuo, pero éste las siguió.
El sujeto actuó pronto: agarró con violencia a Isabel María, le tapó la boca, la metió en el maletero del Seat 127 y arrancó velozmente. A varios kilómetros de distancia, en el denominado Arroyo de Viñuelas, consumó en su coche la violación.
Unos camioneros observaron a distancia la escena, aunque, según declararon luego, pensaron que se trataba de una pareja que hacía el amor. Pero un vecino de San Sebastián de los Reyes había salido tras el raptor a bordo de una moto. El espontáneo perseguidor preguntó a los camioneros y éstos les describieron la escena que habían visto. Fue así como el violador se vio sorprendido por segunda vez.
En esta ocasión los testigos le vieron dejar a la niña en el suelo, subirse unos calzoncillos de color azul y partir en el coche anaranjado de techo rojo. Cuando, horas después, el sospechoso fue detenido llevaba una prenda interior de ese color, que ha sido enviada al laboratorio policial para ser analizada.
La niña fue trasladada en un coche zeta al servicio de Pediatría del centro hospitalario Ramón y Cajal, donde le apreciaron erosiones y desgarros en los órganos genitales. Isabel María fue dada de alta en la mañana de ayer y, tras una conversación con la policía, viajó en compañía de sus padres a Sevilla, donde reside habitualmente.
Cerco en Alcobendas
Antes de que eso ocurriera, el jueves por la tarde, se había desatado en Alcobendas y San Sebastián de los Reyes una auténtica cacería del violador. Los nuevos datos que llegaban a la policía confirmaban las sospechas que desde un primer momento había levantado Jesús Rico Estruch. Así que, hacia las 6 de la tarde, la policía rodeó su vivienda de la calle Sevilla, en Alcobendas. Allí estaba aparcado un Seat 127 de, color naranja y con el techo rojo.Varias horas duró el cerco a la vivienda del sospechoso. La policía no tenía mandamiento judicial para entrar en ella y esperaba la salida de sus habitantes, lo que provocó una gran expectación entre los vecinos y transeúntes de la calle Sevilla. Jesús Rico Estruch, que estaba en casa, con su mujer y su hijo, no contestó las reiteradas llamadas que los funcionarios hacían a su puerta, pero éstos sabían que estaba dentro.
Hasta las once de la noche no salió a la calle y se entregó sin oponer resistencia, en medio de los insultos del público. Ayer fue interrogado en varias ocasiones, y, con toda probabilidad, hoy será puesto a disposición judicial.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.