La importancia de la condena a Musumeci prueba la peligrosidad de la logia P-2
La importancia de la condena -a nueve años de cárcel- del general Pietro Musumeci, ex jefe del Departamento de Control y Seguridad del SISMI, los servicios secretos militares italianos, es una nueva prueba la peligrosidad a la que había llegado la logia secreta de Licio Gelli, Propaganda 2 (P-2). Musumeci era el brazo derecho del difunto general Giuseppe Santovito, responsable del SISMI que tuvo que cesar al descubrirse que era miembro de dicha logia.
La sentencia de la corte de Roma, que ha condenado con Musumeci al coronel Giuseppe Belmonte y al conspirador Francesco Pazienza, hoy detenido en una cárcel de Nueva York en espera de su extradición a Italia, revela ya por sí misma que los magistrados de Roma están convencidos de que dentro de los servicios secretos militares de este país ha existido una especie de servicios paralelos conocidos como el supersismi.
Todo ello con la connivencia del difunto general Santovito y sirviéndose de los instrumentos y del dinero del Estado. Es importante también la condena a Pazienza, ya que hasta la víspera de la sentencia seguía intentando convencer a los jueces norteamericanos de que era un agente secreto al servicio del Estado para evitar la extradición a Italia.
Desviaron pistas
A pesar de todo, la sentencia del tribunal de Roma es sólo un primer paso para llegar a la verdad escondida detrás de aquella operación llevada a cabo de 1979 a 1981. Precisamente una de las acusaciones que se hacen al general Musumeci y a sus cómplices es la de haber actuado para desviar la investigación judicial acerca de la matanza de la estación de Bolonia, el 2 de agosto de 1980, que costó la vida a más de 100 personas y causó otros tantos heridos, algunos de los cuales han quedado impedidos para toda la vida. A Roma ha llegado ya un magistrado de Bolonia para interrogar a Musumeci, quien ha recibido una orden judicial en la que se le acusa de tener relación con dicho atentado.El hecho de que Musumeci, condenado entre otras cosas por "tenencia de explosivos", hubiese organizado la farsa de un posible atentado al tren Taranto-Milán, haciendo ver que había sido preparado por terroristas alemanes y franceses, el 13 de enero de 1981, sólo algunos meses después del atentado de la estación de Bolonia, ha sido muy significativo para los jueces. Si se trató de desviar la pista "fascista italiana" seguida en aquel momento por los jueces de Bolonia, la pregunta es a quién o a quiénes querían cubrir Musumeci y sus cómplices, despintando la investigación hacia una falsa pista internacional. Los jueces siguen buscando la respuesta. Esta primera condena ha significado un primer paso, muy importante, para deshacer la complicada madeja del terrorismo negro de este país y de las connivencias de los servicios secretos con dicho terrorismo de cariz fascista.
Una vez más, ha sido fundamental la confesión de un arrepentido, la del mariscal de carabineros Francesco Sanape, implacable acusador de Musumeci.
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