Manipulación yanqui
Vemos con asombro cómo cada sobremesa (ceno todas las noches) la televisión nos ofrece una clara imagen de la libertad del pueblo americano y del buen hacer de sus infatigables defensores, los miembros de la CIA y El gran héroe americano, que día a día se ven obligados a luchar no sólo contra las inclemencias del tiempo, sino también contra las interferencias ideológicas que puedan alterar el paraíso de la coca-cola.
A lo largo de la historia cinematográfica, los yanquis han convertido a los indios en los malos de la película, pero no son los indios los únicos malos: el martes fueron los rusos los que intentaban apoderarse de un arsenal de armas enterrado en la playa; el miércoles, los camboyanos, a años vista de la guerra, seguían siendo muy malos y saboteaban una presa; el jueves les tocó a los polacos del circo, y hoy, lunes, son los checos los que simbolizan la opresión y falta de libertad como antagonismo de EE UU.
No estamos defendiendo la política del Este; lo que queremos es denunciar el manejo del Oeste, que invade nuestra cultura desde todos los ángulos, como resultado de lo cual hemos dado paso a la coca-cola enlatada y la hamburguesa plastificada, en detrimento del refrescante botijo y la sabrosa tortilla de patata.
No es necesario cruzar la frontera para encontrar a los sabuesos de la película; sin embargo, y como hemos podido apreciar, esta serie cruza la frontera todos los días a la velocidad del gran héroe americano, por lo que entendemos que no es su intención la de entretenernos sin más, sino la de transmitirnos su mensaje ideológico. Ante esto, una moraleja: a la hora de la sobremesa apaga la televisión y charla con tu compañero de mesa
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