Una operación menor
Un traumatismo en la pelvis, como en tantas otras regiones del organismo humano, implica la producción de un hematoma (acúmulo sanguíneo). La pelvis es un anillo óseo constituido por los huesos coxales (caderas), el sacro y el coxis, articulados entre ellos, y que está en estrecha relación con los órganos genitourinarios y paquetes musculonerviosos y vasculares de dicha zona.Los hematomas en la región citada llevan parecida evolución que los externos producidos bajo la piel por un simple golpe. En un período de una a dos semanas evolucionan hacia su resolución, pasando por las conocidas fases sucesivas de cambios en la coloración de la piel. Pero ocurre a veces que en ciertas regiones y por diversas causas no se resuelven totalmente, conduciendo esta incompleta reabsorción de la sangre a la organización del hematoma en forma de tejido fibroso a manera de cicatrices.
Dichas cicatrices pueden comprimir estructuras vecinas, como inserciones musculares y nervios, con la producción de síntomas referidos a dicha zona, como son el dolor local o irradiado y cierta impotencia funcional para determinados movimientos, según la zona afectada. Si se comprimieran órganos vecinos, tales como los genitourinarios, podrían aparecer síntomas referidos a la alteración funcional de los mismos.
A falta de medios no agresivos para solventar este problema, la única solución aceptable en estos casos es la intervención quirúrgica con la extirpación de dicho tejido cicatricial, operación menor, sencilla y de excelentes resultados. La recuperación es temprana y no suele dejar secuelas.
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