Una gran reunión de cante

La Asociación Cultural La Fandanga comienza sus actividades con una programación que va mucho más allá del flamenco porque comprende una gran diversidad de propuestas. Para la noche del pasado sábado prepararon un cartel sin estrellas de relumbrón, pero enormemente atractivo. Los resultados superaron todas las previsiones.Hubo cante grande de excelente calidad. La jondura integral de Juanele de Jérez se nos dio una vez más en plenitud, generosamente. Hizo un recital casi totalmente mairenero, a nivel de gran cantaor en todo momento. Incluso en palos, que no cultiva habitualmente, como las cantinflas, estuvo espléndido; qué decir de sus siguiriyas, sus soleares, sus bulerías, llenas de duendes gitanos.

Distinto es el cante de Casillas, rayando también a nivel de excelencia. En Casillas prima el cerebro sobre el corazón; racionaliza el cante, lo dulcifica obligado por sus condiciones de voz, pero desarrollándolo con la grandeza que cada estilo exige, sin empequeñecerlo, sin minimizarlo.

Por su parte, Pepe Caballero se revela como un gran aficionado que aborda el cante con seriedad y responsabilidad, sin eludir los géneros de mayor dificultad. Con grandes facultades, evidentemente se siente a gusto cuando da suelta al grito, pero con su sentido, con un control muy estricto para llevar cada cante a su sitio, sin pasarse.

El cante que más me emocionó fue el de Antonio Puerto. Atención a él, creo que ahí tenemos un valor excepcional. Canta con todo el sentimiento, con toda la pena del mundo, su queja es estremecedora. No se puede seguir ignorando a Antonio Puerto; es un cantaor de cuerpo entero.

Tampoco debe ignorarse a Roberto Hernández. Un joven tocaor a quien ciertamente falta experiencia para acompañar el cante, pero un gran tocaor. La noche fue redonda.