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Reportaje:El urbanismo de los sesenta

Moratalaz cumple 25 años de espera

Lo que iba a ser una 'ciudad dentro de la ciudad' se ha quedado en un enorme dormitorio urbano

Moratalaz es un barrio del sureste de Madrid en el que viven unas 100.000 personas. Ahora se cumplen 25 años de su creación, pero muchos de sus polígonos siguen sin urbanizar. No hay aparcamientos, no hay equipamiento cultural y el transporte no funciona como debiera. Son éstas unas bodas de plata en las que el festejado parece no haber entrado aún en período de madurez. La ocasión sirve para recordar el caótico modelo con que se construyó gran parte del Madrid contemporáneo.

Desde el atardecer a la madrugada, Moratalaz es un enorme aparcamiento al aire libre. Los coches invaden los desmontes, las aceras, las zonas arboladas del interior de los polígonos. Se estaciona incluso en el centro de la calzada de las calles más anchas. Dicen algunos vecinos, y los responsables de la Policía Municipal no lo niegan, que si se sancionara una noche a todos los vehículos mal aparcados medio barrio aparecería a la mañana siguiente con multa. Cuando la inmobiliaria Urbis construyó Moratalaz, a nadie se le ocurrió pensar que los pobladores acabarían motorizándose. Grave olvido, sobre todo considerando que el transporte público era escaso y su utilización requería altas dosis de valor. Moratalaz y Madrid estaban separados por el lecho seco del río Abroñigal, que discurría por donde hoy va la autovía de circunvalación M-30. "Los días de tormenta, el lecho del río se llenaba de agua y allí acababan viaje los autobuses. Conocíamos el lugar como cabo de las tormentas", cuenta José Díaz, presidente de la Asociación de Vecinos de Moratalaz.

Díaz tiene editado un libro sobre el barrio. Tiene también toda una trayectoria de reivindicaciones ante la inmobiliaria Urbis, ante el Ayuntamiento, ante Coplaco (el organismo oficial que controlaba el urbanismo en el área metropolitana de Madrid, ya desaparecido), ante el Ministerio de la Vivienda, ante el mismísimo Tribunal Supremo. La asociación que preside acaba de celebrar estos 25 años con una serie de actividades en las que se ha seguido insistiendo en las carencias de un barrio representativo del desarrollo urbanístico salvaje de la España de los sesenta-"Urbis plantó calles donde había árboles y bloques de pisos donde había calles", afirma Díaz.

Discrepancias

Manuel de la Quintana, presidente y director general de Urbis, se manifiesta, sin embargo, de modo bien distinto: "De Moratalaz no es que esté contento. Es que es el orgullo de mi vida".

"Cuando llegamos los primeros pobladores no había en el barrio colegios, ni mercados, ni centros de salud, ni bibliotecas. No había equipainiento alguno", dicen los vecinos. "No quiero alardear de nada, pero en el Moratalaz de Urbis hay, fundadas, financiadas y construidas por Urbis, sin obligación legal alguna de hacerlo, siete u ocho iglesias, cedidas al precio simbólico de una peseta y acabadas hasta la última cruz y la veleta. Hicimos también colegios, centros de segunda enseñanza, un cine...", replica De la Quintana. "Siempre hubo déficit de plazas escolares", acusan los vecinos. "El mantenimiento de los colegios que hizo Urbis nos es muy gravoso", añade la concejala del distrito, la socialista Concepción Aparicio. "La edificación es de mala calidad y tenemos que andar a menudo en reparaciones".

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" Las primeras viviendas que entregó la inmobiliaria tenían humedades y grietas. Llegamos a presentar 3.000 reclamaciones ante Urbis y ante el ministerio", dicen los pobladores. "La humedad se debía a que esas viviendas no disponen de calefacción. Otras deficiencias se producen porque determinados terrenos con excesivo componente de yeso tienen un mal comportamiento para la cimentación. La técnica no conocía entonces esto, pero tan pronto como lo descubrimos lo corregimos. Esas viviendas siguen todas en pie y sin problemas de ninguna clase", contesta el presidente de la inmobiliaria.

Recursos

La mayor controversia entre Urbis y la Asociación de Vecinos ha llegado hasta los años ochenta. El plan parcial de 1964 y una ordenación del volumen de edificabilidad de 1967 permitieron que la inmobiliaria escamoteara, en opinión de los vecinos, más de la mitad del que iba a ser parque de Moratalaz. "Nosotros llamamos a la justicia, pero la justicia no estaba", recuerda José Díaz. "Interpusimos un recurso contencioso-administrativo ante el Tribunal Supremo en 1968. La sentencia, que nos daba la razón, se dictó 12 años y 51 días después, cuando lo que debía ser parque estaba ya ocupado por cientos de pisos y locales comerciales".

La versión de Manuel de la Quintana es distinta: "En el primer planeamiento aparece una gran cuña verde en la parte central del barrio, mientras que los polígonos se apelotonan de manera tremenda. Yo entendí que hacía falta redistribuir las zonas verdes con un criterio más racional. No se elimina, por tanto, el parque, sino que se hace una redistribución".

La presencia de la inmobiliaria en Moratalaz como promotor de suelo concluye en 1981, ya con la corporación democrática en el Ayuntamiento. "Hicirnos entonces una medición bloque a bloque y quedó demostrado que Urbis había superado el volumen de edificación que permitía el plan general de 1963, por lo que suspendimos las licencias", manifiesta En rique Bardají, entonces jefe del Departamento de Planeamiento de Madrid y ahora gerente muni cipal de Urbanismo. Por otra par te, Urbis había solicitado desde 1970 la recepción municipal de las obras de urbanización, que sufrían graves deficiencias. En el acuerdo a que se llegó, Urbis cedía al Ayuntamiento unos 135.000 metros cuadrados para equipamientos, zona verde y viales y se le expropiaban otros 160.000 más que el Ayuntamiento pagó en dinero y en terrenos edificables en otras zonas de Madrid.

Así dejó de ser Moratalaz zona abierta a promociones urbanísticas. Un plan especial de reforma interior ha ido reestructurando distintos polígonos, chocando siempre con la polémica sobre si esos espacios son de propiedad pública o privada. La junta municipal, superada la época de echar parches a lo más urgente, ha comenzado a construir aparcamientos subterráneos y un centro cívico de notable capacidad, prácticamente el primero de que va a disponer esta que la publicidad de Urbis llamaba ciudad completa dentro de Madrid.

Por lo demás, Moratalaz tiene los mismos problemas que otras zonas de parecida gestación en grandes ciudades. "Desde que se hicieron las pasarelas para peatones sobre la carretera de Valencia, la delincuencia y la droga de Vallecas se ha metido en nuestro barrio", se quejan los ciudadanos más temerosos. "El transporte público está mal. Los autobuses no cubren todo el barrio y son de frecuencia muy irregular, y el Metro quiere cerrar a las 22.30 y no da fechas para la apertura completa de la línea IX", se quejan las asociaciones de vecinos.

La oruga

"No hay un cine, un teatro, un restaurante, un sitio aparente a donde salir una noche con los amigos", lamentan los profesionales acomodados, los que viven en las torres de 15 plantas que hizo Urbis cuando decidió que eran más rentables que las viviendas subvencionadas de la primera época. "Aquí no hay quien abra un bar o un restaurante. Urbis hizo los locales comerciales sin salida de humos y si quieres tener una simple plancha necesitas permiso de todo el bloque para hacerla", lamentan los industriales hosteleros.

"La oruga sí que es un problemas en estas féchas", lamentan todos. Cientos de miles de bichos tienen invadido el arbolado del barrio. A los caminantes les caen en el pelo y los hombros. La concejala anda loca encargando campañas de fumigación apresuradas.

"Será feo, pero tiene un piso en Moratalaz"

Antes de que Urbis llegara a la zona, Moratalaz era dehesa y huerta, a la orilla del río Abroñigal. Alfonso XII y Alfonso XIII iban de cuando en cuando a jugar al polo y los madrileños de la II República celebraban allí el Primero de Mayo.Urbis fue fundada en 1946 por un actuario de seguros, Matías Mateo Carreño. Buena parte de los 60 millones del capital asocial se perdieron muy pronto en extrañas circunstancias. El accionaria do interpuso querella criminal contra el Consejo de Administración y depuso a Carreño de la dirección general. Con el proceso en marcha, el fundador consiguió un visado de salida de España con motivo de un encuentro del Real Madrid en el Parque de los Príncipes parisiense, y pasó a Cuba. Allí mató a tiros a un perio dista. Acabó suicidándose en prisión.

En Moratalaz compró Urbis 166 hectáreas. "Teníamos ese suelo como reserva natural para la expansión de la empresa, pero surgió la ley de Viviendas Bonificables, dirigidas a clases sociales modestas. Tuvimos un contacto con las Hermandades de Trabajo y decidimos la promoción de 5.000 viviendas", cuenta De la Quintana, presidente y director general de Urbis. Los precios oscilaban entre 60.000 y 90.000 pesetas, con un préstamo a 50 años y al 47. de interés, y una subvención a la constructora de 30.000 pesetas.

Para vender los pisos, Urbis llevó a cabo un gran despliegue publicitario. "Mi papá ha comprado un piso en Moratalaz", decía una voz infantil en la radio. Con el tiempo, los vecinos rematarían la frase: "Y desde entonces todos llegamos tarde a trabajar". Otro de los anuncios, éste de Prensa, presentaba a una pareja sentada en un sofá. "Será feo, pero tiene un piso en Moratalaz", decía la mujer. Un tercero afirmaba: "No se apure...; su coche tiene sitio en Moratalaz".

Las viviendas fueron pronto ocupadas por matrimonios de jóvenes trabajadores. "Todos íbamos entonces a por tres niños. Llamaban a esto el barrio del chupete", cuenta José Díaz. Sin apenas comercio en sus polígonos, las amas de casa hacían la compra en el mercado de Doña Carlota. Algunas dejaron la vida al cruzar la carretera de Valencia.

Urbis, que al cabo construiría 17.500 viviendas en el barrio, llevó allí de visita a Franco -que les concedió el título de "empresa modelo"-, a los entonces príncipes de España, a varios ministros y ajefes de Estado extranjeros.

En la transición, Moratalaz fue escenario de una manifestación multitudinaria, en septiembre de 1976, en la que asociaciones de vecinos de toda la ciudad se pronunciaron por la amnistía. Hubo otras manifestaciones específicas del barrio, sobre todo por la escasez de plazas escolares.

Cuando llegaron las elecciones democráticas, el barrio votó más a la izquierda que el conjunto de Madrid.

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