Escribir en paz
Que a Ludolfo Paramio no le hayan gustado nada las opiniones del escritor Gómez Arcos no es en sí relevante. Lo que llama la atención es la clase de argumentos que ha esgrimido Paramio no tanto para criticar como para descalificar a nuestro escritor español voluntariamente exiliado en Francia.Si hiciéramos caso a Ludolfo Paramio, el intelectual tuvo ciertas funciones críticas durante la dictadura, pero ha dejado ya de tenerlas en la democracia.
En la medida en que vive bajo un régimen democrático, el intelectual debe dedicarse a escribir en paz, ya que la opinión pública se basta y se sobra sola para saber lo que pasa, interpretar y denunciar cualquier abuso. Si mal no entendemos, Paramio pregona lisa y llanamente la indiferencia, el apoliticismo en suma del intelectual. O, lo que es lo mismo, la defensa lisa y llana del statu quo. La simpatía y la defensa del Boyer de turno con la sola condición de estar convencido de que se trata del menos malo de los Boyer.
Salvador Giner ha escrito que "ningún gran filósofo social, pero tampoco ninguno de los medianos, ha pasado a la historia y ha contribuido a ella sin haberse enfrentado con las instituciones de su propia sociedad", mientras Paramio parece querer argumentar justo lo contrario, y en su cruzada particular no sólo descalifica a Gómez Arcos, sino también a otros hombres como Alfonso Guerra, sin ir más lejos, quien, a pesar de su cargo como vicepresidente del Gobierno, denunciaba el pasado abril en Alicante que España es el país de Europa más injusto y en donde subsisten las mayores desigualdades.
Más concretamente, ¿por qué cree Paramio que Europa representa un reto para España?, ¿por qué nuestro ingreso en la CEE es la oportunidad histórica de acortar las distancias que nos separan todavía de los países comunitarios en materia de libertades y de garantías ciudadanas? Es más, ¿por qué hay que seguir luchando por cambiar?
La indiferencia, el apoliticismo, el escribir en paz, el tratar de aparcar a los intelectuales de los procesos que conforman la opinión pública, señor Paramio, son, a nuestro juicio, manifestaciones de saciedad política. La confesión de que uno se alista en el partido de los saciados y, quizá también, de los miopes.-
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