En la bola de cristal

Durante la emisión del día 29, que como programa infantil estaban viendo mis hijos, me vi sorprendido por unas explicaciones que sobre el origen de la vida se estaban dando. Respeto totalmente al individuo responsable de esta lección, al igual que el de su nacimiento, que pudiera ser el que se describe para el humanoide u otro cualquiera, el cual, obviamente, no pudo influir.Asimismo respeto que la chica rubia que aparece en pantalla tenga relaciones sexuales, según manifiesta, con su novio o con quien le apetezca. Lo que no admito es que se introduzcan en la intimidad de mi hogar usando de un medio de comunicación social único y prepotente, sin previo aviso: a traición, durante la emisión de un programa infantil, una serie de ideas morales que de una forma u otra quedarán grabadas en el-subconsciente de los niños.

Nuestra Constitución reconoce la libertad de expresión a través de los medios de comunicación, pero ésta "tiene su límite... especialmente en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia" (artículo 17.4).

Tampoco es admisible que ningún individuo, con la intencionalidad que sea, usurpe el también constitucional derecho que como padre tengo a que mis hijos "...reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con mis propias convicciones" (artículo 27.3). Que no me digan que si no quiero verlo o que no lo vean apague el televisor, pues la elección del momento, tanto más despreciable como inesperada, durante la emisión de un programa infantil muestra claramente el estudiado propósito de captar y contar con la audiencia a la que va dirigido el mensaje. Respetar a los demás y sus derechos... ¿Para cuándo?-

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