España y Francia firman una declaración que sanciona el nuevo clima de las relaciones entre los dos países
FÉLIX BAYÓN ENVIADO ESPECIALLos jefes de las diplomacias española y francesa firmaron ayer en París una declaración común que sanciona el nuevo clima de las relaciones hispano-francesas y que, según la definición utilizada por el ministro Francisco Fernández Ordóñez, "pretende anticiparse a los problemas" que puedan surgir entre los dos países. La declaración expresa las intenciones de ambos países de cooperar en los campos político, cultural, económico-social, regional y de defensa, y eleva de hecho las relaciones entre Madrid y París al mismo nivel que las que Francia mantiene con Italia y el Reino Unido
.A mediodía de ayer, los ministros de Asuntos Exteriores de Francia y España, Roland Dumas y Francisco Fernández Ordóñez, respectivamente, estamparon sus firmas, al pie de los cuatro folios que constituyen la declaración. El Rey de España y el presidente de la República Francesa asistieron a la firma.
Dumas comparó la importancia de esta declaración con los pactos de familia hispano-franceses del siglo XVIII. Fernández Ordóñez, en sus primeras declaraciones formales desde que ocupa la cartera de Asuntos Exteriores , consideró que esta declaración hispano-francesa es "un paso adelante", y dijo que ambos países, que han sido "vecinos y distantes", serán ahora "vecinos y fraternos". Se ha negociado, dijo, "hasta el último día", con el deseo de conseguir "un documento sólido y duradero".
El nuevo jefe de la diplomacia española se felicitó por lo bien que habían marchado las conversaciones hispano-francesas mantenidas estos días, y dijo que, entre otras cosas, se había hablado de la cooperación antiterrorista, asunto este comprendido en la declaración conjunta firmada ayer.
La firma de la declaración conjunta era el tercer acto al que asistía ayer el Rey de España. La segunda jornada de su segunda visita oficial a Francia comenzó ayer, a las diez de la mañana, con la colocación de una ofrenda floral en la tumba del Soldado Desconocido, bajo el Arco del Triunfo. Don Juan Carlos se convertía así en el primer jefe de Estado español que rendía homenaje a los héroes anónimos de Francia.
Posteriormente, el alcalde de París, el dirigente conservador Jacques Chirac, recibió a los Reyes en el Ayuntamiento de la capital francesa. "El conjunto de las fuerzas políticas", dijo Chirac en su discurso, "rindió homenaje unánime al sentido del Estado, a la valentía y a la firmeza de Su Majestad cuando el 23 de febrero de 1983, última convulsión de una época revuelta, el partido de la nostalgia tomó las armas contra el Parlamento". "Rehusando ceder a los facciosos y a los conspiradores", añadió el alcalde de París, "Su Majestad impuso a los ojos de las naciones libres su imagen de Monarca constitucional y de garante supremo de las libertades democráticas". Chirac se refirió también al terrorismo, y dijo que "los Gobiernos europeos deben de adoptar una actitud enérgica frente a los que, aprovechándose del derecho de asilo, continúan impunemente sus actividades al otro lado de los Pirineos".
Contestando al alcalde de Pa rís, don Juan Carlos tuvo un re cuerdo para esta ciudad, que "ha sido el refugio de nuestros artistas más famosos y de numerosos españoles que abandonaron España a la busca de los valores de la civilización europea, encontrando aquí un segundo hogar".
Fue tras este acto en el Ayun- tamiento de París cuando don Juan Carlos asistió, junto a François Mitterrand, a la firma de la declaración conjunta hispa no-francesa. Luego acudió, junto a la Reina, al aImuerzo que en el Ministerio de Asuntos Exteriores le ofrecía el primer ministro, Laurent Fabius.
A media tarde, don Juan Carlos marchó a la Cámara de Comercio e Industria, donde se encontró con un millar de hombres de negocios franceses. Allí, el Rey mostró su confianza en que las relaciones económicas entre ambos países crezcan en el futuro, "tanto en el plano bilateral como en el marco más amplio de la Europa comunitaria, en la que España y Francia van a ser socios en pie de igualdad".
La jornada concluyó con la recepción que los Reyes de España ofrecieron en la Embajada española, como devolución a la cena de gala con la que el día anterior les obsequiaran el presidente francés y su esposa en el palacio del Elíseo.
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