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Reportaje:

Angel Emilio Mayayo, un solitario en el banquillo

El juicio por el asesinato de María Teresa Mestre, esposa de Enrique Salomó, comienza mañana en Tarragona

Enrique Salomó y sus dos hijos, Enrique y Maite, no tienen intención de asistir a la vista pública que se iniciará mañana en la sala de Justicia de la Audiencia Provincial de Tarragona contra Ángel Emilio Mayayo Pérez. Se ignora si la madre del acusado acudirá a la cita de su hijo con la ley. Pilar Pérez no ha sido vista en las últimas semanas por el apartamento, vecino del de Salomó, y el teléfono de su casa de Arrabal de Robuster, en Reus, nunca contesta. Desde que el 26 de marzo del año pasado fuera detenido Ángel Emilio Mayayo las relaciones entre las dos familias, antaño íntimas, son inexistentes.El juicio contra Ángel Emilio Mayayo Pérez, a partir de mañana, comenzará a las 10.30 horas en la sala de Justicia de la Audiencia Provincial de Tarragona, que tiene una capacidad para unas 80 personas y que también sirvió de marco hace unos años para el célebre juicio del accidente de Los Alfaques. La vista será pública y han sido citadas a declarar unas cuarenta personas, entre las que se encuentra Víctor Cuñado, el inspector de policía que detuvo a Ángel. También han sido citados a declarar otros miembros de las fuerzas policiales que siguieron el caso, la vidente Pilar Prades, así como parientes y amigos relacionados con la familia del industrial Salomó, procesado por el fraude de la colza. Al margen de los redactores del informe pericial, el abogado defensor, José Luis Calderón, no ha citado a ningún testigo.

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El Ministerio Fiscal solicita en sus conclusiones provisionales un total de 29 años de reclusión mayor y la indemnización de siete millones de pesetas para la familia Salomó. La acusación particular califica la acción de Mayayo de asesinato, de detención ilegal en la persona de María Teresa Mestre, de utilización ilegítima del vehículo de la víctima, de estafa al considerarse el autor del anónimo que solicitaba 25 millones de pesetas y de atentado contra la salud pública al dejar el cuerpo de la víctima en un vertedero de basuras. El abogado Jordi Claret solicita 52 años de cárcel para el acusado y una indemnización de 25 millones de pesetas.

La desaparición

El lunes 9 de enero de 1984, Maite Salomó reinició sus estudios en la universidad de Barcelona, tras las vacaciones de Navidad, y su madre la acompañó con el Wolkswagen Golf de la familia a la estación de Renfe en Tarragona. María Teresa despidió a su hija en el andén de la estación y se fue de compras; visitó también el local de Cáritas para dejar allí ropa diversa. Desde este momento ya nadie la volvería a ver con vida.Al día siguiente los familiares de María Teresa Mestre denunciaron su desaparición. Sus dos hijos volvieron precipitadamente de los respectivos centros escolares y, junto con Angelito, -así llamaban los Salomó a Ángel- iniciaron una búsqueda frenética para encontrar a su madre y amiga. Al cabo de unas horas se encontró el coche que utilizó Teresa Mestre en una urbanización cercana a la suya y comenzaron a circular las hipótesis. Hubo quien dijo que se trataba de un secuestro por motivos económicos; se habló también de una venganza relacionada con la colza y no faltó quien relacionó la desaparición de María Teresa con una huída amorosa. Se perfiló la posibilidad de un suicidio y hasta se llegó a especular con que todo era un montaje familiar para atraer la atención de la opinión pública hacia la situación de Enrique Salomó, recluído en la cárcel a la espera de juicio. Lo cierto es que el sábado día 14, el abogado de la familia Salomó y los dos hijos del matrimonio convocaron una rueda de prensa en la que se descartaron algunas de las hipótesis anteriormente mencionadas y en la que el hijo de Salomó pidió clemencia a los supuestos secuestradores y acabó diciendo: "Por favor, vuelve mamá". La escena era seguida por un miembro del equipo investigador del suceso y por el propio Angel Emilio Mayayo que, en la puerta de entrada, iba pidiendo las acreditaciones a todos y cada uno de los periodistas que acudieron a la convocatoria.

El lunes 16 de enero, un joven apodado el Madriles, antiguo compañero de Enrique Salomó en la prisión de Tarragona donde había estado ingresado tiempo atrás por delitos comunes, se presentó voluntariamente a la policía y negó cualquier posible relación con la desaparición.

El martes día 17, El PAIS publicó una carta anónima enviada días antes a la familia Salomó en la que se pedían 25 millones por el rescate de la desaparecida. La carta, escrita a máquina, iba firmada con las iniciales G. A. D.A. C. Empezaron las interpretaciones de las siglas en el sentido de que podía tratarse de un Grupo de Afectados del Aceite de CoIza. La desaparición de la mujer de Enrique Salomó adquirió cada día más trascendencia, su fotografía fue distribuida a todas las comisarías de policía de España y a los puestos fronterizos y se pidió la colaboración de la Interpol.

El viernes 20 de enero, la Audiencia Nacional concede un permiso especial de tres horas diarias a Enrique Salomó, atendiendo razones de tipo humanitario. El sábado y el domingo retorna la calma, pero se sigue sin tener noticias del paradero de María Teresa Mestre.

Personalidad complicada

A primera hora de la madrugada del lunes 23 los operarios del servicio de recogida de basura de la población de Cambrils se dirigen con su camión hacía un vertedero situado a unos 50 metros de la carretera que une esta ciudad con Reus. Antes de apearse, los focos del camión les delatan un cuerpo extraño entre las sombras. Al bajar, los operarios observan que se trata de tres bultos. La Policía Municipal comprueba que lo que había llamado la atención de los operarios era el cuerpo descuartizado de María Teresa Mestre. La tragedia se ceba en la familia y Angelito es el primero en consolar a Maite y Enrique.Ángel Emilio Mayayo Pérez "presenta rasgos de alteración de la personalidad con algún estigma paranoide", según se lee en uno de los veinte folíos que componen el informe pericial que se revelará como una de las pruebas más importantes del juicio.

Algo debió ver el inspector Cuñado en la persona de Mayayo, cuando en la tarde del lunes, 26 de marzo de 1984, se personó en la casa de Angelito con la intención de hablar con él. En una larga conversación en la cafetería del hotel Gaudí, Ángel cayó en varias contradicciones y el policía decidió llevarlo a la comisaría de Reus. Allí, ante la máquina de escribir que había usado para mandar los anónimos, Ángel Emilio Mayayo Pérez se desplomó y se confesó autor de la muerte de su vecina, aunque fue incapaz de explicar las razones que le movieron a ello.

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